lunes, 24 de octubre de 2016

Los Colores del Otoño desde Armallones



Con la llegada del otoño cada día se nos hace un poco más corto, las hojas de los árboles comienzan a cubrir el suelo y la luz del sol va perdiendo vida frente a la oscuridad de la noche.




Todo parece que se nos torna más difícil; la llegada del frío, el adiós definitivo al verano, al ocio y poco a poco nos inunda más y más nuestra rutina.

Del ayer nos quedan recuerdos que se pasean por tu cabeza, algunos buenos, otros no tantos y otros simplemente te dejan una morriña interior que te provoca vacío, esa es mi sensación del otoño y más aún este año…


Con esa sensación, nos marchamos la familia al completo a pasar el fin de semana a Armallones, en medio del Parque Natural del Alto Tajo; mal tiempo, viaje largo para pasar poco más de veinticuatro horas y demasiadas cosas en la cabeza. 



Pero poco a poco, te sientes mejor, pasas buenos momentos con los tuyos, viendo el lado positivo del mal tiempo y cuando el cielo nos da una tregua paseas entre los árboles tiñéndose de amarillo.

Comes, bebes, disfrutas, juegas, duermes…


Y a la mañana siguiente te levantas para para salir a correr por los alrededores, y con tu hermano avanzas hacía el Hundido de Armallones, que hace pocos días había descubierto en la carrera de Ocentejo, pero desde el otro lado, desde el pueblo que le da nombre y cruzas un bosque, te adentras por otro, ves montañas increíbles, paisajes preciosos, cortados de vértigo y llegas al Tajo.


 

El entorno es aún más bonito que el que recordaba hace un mes, sería culpa del otoño…

Y entonces espiras miras a tu alrededor y dices joder!!! Qué bonito es esto… ¡!! Qué bonito la hoja cayendo del árbol, qué bonitos los colores de la montaña con esa escala de amarillos, qué bella es el agua de la lluvia deslizándose gota a gota entre las hojas de los árboles, que bonita el agua clara y brillante de esta parte del Tajo, en fin que bella es la vida..


Y qué bonito es el otoño.


miércoles, 12 de octubre de 2016

La Ciudad de los Recuerdos Perdidos



Querido Diario:

He estado varias semanas desconectado del mundo, no sé cómo ni qué manera llegué a un extraño lugar donde todo parecía oscuro y frío.  Por sus calles… la gente lanzaba sollozos, gritaban desconsolados, se culpaban una y otra vez por aquellas cosas que habían hecho mal. 


La Ciudad de los Recuerdos Perdidos la llamaban, porque allí iban a parar todos aquellos sueños, momentos, experiencias, que ya nunca se volverían a repetir o que incluso nunca llegarías a vivir…

Cada uno tenía una pena dentro, que no les dejaba ser quienes eran y llegaban perdidos a las calles de esta ciudad, donde ahora estaba yo. Y así perdido, sin saber qué hacer, pasaban los días y seguías viendo muchas de las mismas caras, arrastrándose de la misma manera, otras habían desaparecido y cada día venían muchas caras nuevas. 

Una mañana comencé a interesarme por escuchar a esa gente, algunos lo habían perdido todo, enfermedades, pérdidas de seres importantes, duelos, corazones rotos, problemas con la familia, las drogas, el trabajo, el dinero, la autoestima, la soledad, …
  
Desde ese momento, me empecé a sentir mejor, escuchando, había aprendido también a entender a esa voz interior que nos habla y que muchas veces nos conduce al lugar equivocado. Así poco a poco la Ciudad de los Recuerdos Perdidos, empezó a llenarse de luz y lo que para muchos seguían siendo calles llenas de oscuridad, para mí era una fuente de agua, de vida, de oportunidades.

Y así encontré el cartel de salida de la ciudad y el camino de vuelta a casa…


En este viaje he aprendido que las cosas ocurren por una razón y ante cualquier adversidad tienes que anteponerte y mirar hacia adelante, porque siempre hay un motivo para seguir y solo tienes que tener paciencia y estar atento para escuchar, que no importa las piedras que te encuentres por el camino, sino tener valor para seguir quitándolas del medio y avanzar, por un camino que muy posiblemente no fuera el que tenías pensado avanzar, pero por el que tienes miles de cosas por descubrir.

En mi estancia allí no pude hacer ninguna foto de la ciudad, no había ni monumentos, ni grandes paisajes, pero me hubiese gustado que vieras en imágenes la transformación de cómo incluso tras la noche de mayor oscuridad, llega la luz de un nuevo amanecer.



Seguiré visitando la Ciudad de los Recuerdos Perdidos de vez en cuando, siempre habrá alguien esperando a que le des la mano para ver su luz entre la oscuridad.