Mi periplo por los pueblos de
Guadalajara me ha traído este fin de semana a Molina de Aragón, donde se
celebraba una nueva prueba del circuito de atletismo de la diputación provincial.
Dado que el viaje es de una hora y media, decidí irme con Irene a pasar el fin
de semana para conocer la zona, ya que aunque de pequeño había jugado alguna
vez allí, nunca la había visitado.
A priori, un fin de semana en
Octubre y en Molina de Aragón se preveía con mucho frio, pero todo lo
contrario, la climatología ha sido envidiable y hemos podido disfrutar del
otoño en mangas de camisa.
El alojamiento elegido para pasar
nuestra estancia ha sido el Hotel Rural Molino del Batán, una preciosa casita,
situada en un idílico lugar, junto a un rio que cruzaba el propio paraje del
hotel, con un puentecito, una fuente y una amplia zona, donde se presupone
albergan acontecimientos de alto calado. Las habitaciones con paredes en
piedra, ducha de hidromasaje, nos hacían presagiar que no sacaríamos el máximo
partido al lugar con todas las cosas que queríamos ver.
En el pueblo, se concentran una
gran cantidad de iglesias, casas palacio, calles empedradas y bastantes
restaurantes que viven del turismo y así lo reflejan sus precios de menú del
día. En la parte superior de la población y junto a la carretera N-211 a la que
llegas a Molina, el majestuoso castillo.
Muy cerquita de Molina nos
recomendaron visitar el Barranco de la Hoz, que se encuentra a 11km y donde te
introduces en un bello paisaje, en el que se palpaba el colorido cambio de la
flora caduca del otoño, en una paraje en el que se mezcla el cauce del Rio
Gallo, con un impresionante barranco, en el que se haya una pequeña ermita,
conocida como la Virgen de la Hoz, el lugar bien merece una visita y desde allí
puedes hacer varias rutas de senderismo.
La tarde del sábado la pasamos
paseando por todo el casco viejo de Molina, el Puente Viejo, la plaza de los
tres palacios, la Plaza de España, que alberga en una esquinita el
Ayuntamiento, la Plaza de San Pedro, la calle de las tiendas, en definitiva un
conjunto de rinconcitos, muy cercanos unos de otros, que nos causaron muy buen
impresión.
Para cenar dimos con un sitio
llamado Bar Caribe, en donde nos metimos entre pecho y espalda unas pizzas
artesanas riquísimas, en donde parece la gente se junta en el pueblo para ver
el fútbol, dado el gran número de pantallas que habían.
Y ya el Domingo, la carrera, un
diez mil, que discurría en su totalidad por caminos, con unas rampas de órdago,
con un constante subir a bajar que no te permitía en ningún momento coger ritmo,
lo que siempre se conoce como un circuito rompe piernas, salí comedido, junto a
Jaime, poco a poco fuimos pasando a gente, pero no me sentía fresco, aún si los
kilómetros iban pasando con buenos tiempos, pero un cambio de Jaime en el
kilometro 8, me hizo pensar que aún siguiéndolo, me ganaría con su final y fui
en tierra de nadie hasta la meta, en un carrera en la que no acabé contento,
aunque ahora más reposado, viendo el perfil, la clasificación y el ritmo por
kilometro puedo estar contento.
En definitiva, otro fin de más en
los que he podido congeniar turismo con deporte, dos de mis pasiones, con buena
compañía, buena comida, buen clima, qué más puedo pedir!!!