Tras la buena experiencia de mi viaje a la India, quise volver a hacer
un viaje en grupo, dónde a pesar de ir sólo pudiera conocer gente. Así,
di con esta actividad de Faro del Sur, una empresa dedicada a programas
de viajes y aventuras en Isla Cristina, Huelva.
Nuestra actividad comenzaba el miércoles Santo desde la estación de
Santa Justa de Sevilla, así que como estaba de vacaciones me fui unos
días antes para estar a mis anchas y descubrir un poco de la Semana
Santa sevillana.
El sol, la luz, la gente, el Guadalquivir, la Giralda, Triana, la Torre
del Oro, la plaza de España, olé Sevilla, que preciosa estaba engalanada
para sacar a la calle a sus pasos.
Solo el prólogo de un viaje que no había hecho nada más que empezar.
De Sevilla, nos recogieron para llevarnos a Isla Cristina a unos
apartamentos que compartiríamos justo enfrente de las marismas de la
localidad, en un paraje con muchos barcos pesqueros y unas puestas de
sol, desde nuestros balcones realmente preciosas.
El comienzo con el grupo las típicas dudas, de ver si congeniariamos, si
me sentiría bien, si realmente disfrutaría del viaje. Y la verdad es
que la primera cena pensé, que qué narices estaba haciendo allí. Pero a
veces las primeras impresiones se equivocan
y así fue..
El jueves nos fuimos a hacer un sencillo Trekking paralelos al
transcurso del río Guadiana, hasta llegar a Sanlucar de Guadiana, dónde
nos tiramos en tirolina para cruzar el río y llegar a Portugal, una
fantástica experiencia, cruzando de un país a otro de
una manera única, en Alcoutim, el pueblecito que nos recibió al otro
lado, comimos un bacalao con huevo y patata riquísimo, una
mezcla de sabor que me sorprendió y mucho.
La vuelta a España en ferry y de allí de nuevo a Isla Cristina.
Comienzas a hablar con esta y aquella, te empiezas a abrir, la magia
aparece.
El viernes, un gran madrugón para visitar la sierra de Aracena, no me
gusta madrugar y menos en vacaciones, pero mereció la pena. De verdad me
sorprendía estar rodeado de tanta naturaleza, Aitor, nuestro guía, nos
repetía "Recordad, estoy en Andalucía", porque
por paisaje parecía más un lugar del Pirineos que de Huelva. A falta de
cerca de una hora para acabar la ruta, empezó a llover, el único día en
esta lluviosa Semana Santa en toda España que nos llovió a nosotros, no
veáis como caía el agua, no había vivido
algo así en mitad del monte nunca, al llegar a Linares de la Sierra,
estábamos como fideos en sopa, pero yo creo que esa dificultad nos unió
como grupo.
El sábado la actividad era más sencilla, un paseo en bici por las
marismas, hasta llegar Ayamonte, cruzar en ferry de nuevo a Portugal,
hacia la localidad de Vila Real de Santo Antonio, más bici por esta zona
del Algarve y buena comida. Por la noche un verdadero
homenaje cenando por dos duros, qué bien y qué barato se come por esta
zona, madre mía!! Luego, cervezas, el Cubanito, confesiones, risas, la
magia ya inundaba nuestro cuerpo y con apenas tres horas de descanso,
llegaría el día que sin ninguna duda marcaría
este viaje, Doñana.
Comenzamos conociendo la zona de las dunas, con su larga playa
totalmente virgen de más de 30km, las montañas de arena fundiéndose
entre la arboleda. De allí nos perdimos por el monte, los pájaros, el
sonido, el palacio del Acebron. Para terminar en las marismas,
visitando así los tres ecosistemas que forman Doñana. Un precioso paseo
por el Rocío, sus calles de tierra, las hermandades, la Virgen, y
nuestra imaginación para hacernos una idea de la pasión y devoción que
se vive aquí.
Y luego llegaría una de esas experiencias
que nunca en mi vida olvidaré, nuestro guía Aitor, que poco a poco nos
había ido conquistando, nos tenía guardado una sorpresa única, nos
adentró en el Doñana salvaje, por un sendero que serpenteaba, subía y
bajaba, y llegado el momento nos tapó los ojos,
guiándonos cogidos en fila india sin ver nada. Más de cinco minutos
avanzando lentamente sin saber a dónde, con una confianza total en él.
Nos paramos y nos dijo "Dicen de Doñana qué está formada por dos mares,
uno verde y otro azul", nos destapamos los ojos
y allí estaba la inmensidad de un bosque verde que no tenía fin en todo
el horizonte, nos giramos y allí teníamos el océano. Inolvidable el
momento. Luego tuvimos nuestro momento de paz, disfrutando del lugar,
dejando fluir nuestras emociones, con una conexión
total entre la naturaleza y nosotros.
Luego llegaría la última cena, más confesiones, terapias, estrellas, mitología...
Por la mañana del lunes, un paseo en velero por la costa de Isla
Cristina, poniendo el colofón a una experiencia brutal de Faro del Sur,
que invito a todos a vivir. Son increíbles y unos directores magníficos
para hacernos descubrir Andalucía y contagiarnos
de su magia.
Unos días que ni en los mejores de mis sueños me podría imaginar así,
dónde he aprendido mucho, he escuchado frases que marcan, como: "Que seas
tan feliz que no sepas si vives o sueñas",
"Las personas se miden según cumplan su palabra","Sopa o teta", ...
Y sobre todo me ha hecho creer más que nunca en las
personas, que allá donde vaya puede haber gente buena que te hagan ser
un poquito mejor.
No se si será simplemente Andalucía, será la física, la química o
simplemente la magia, no sé qué habrá sido, pero me siento feliz de
haber vivido esto. Ya echo de menos el SUR, ¿Cuándo volvemos?