En estas fechas cualquier otro año estaría hablando de mis
viajes, pero este verano todo ha sido diferente y las palabras que me salen
están llenas de dolor, tristeza y vacío.
El 14 de agosto, se nos fue de manera totalmente inesperada,
mi madre, la Lola.
Es difícil de expresar los
sentimientos que pasado los días afloran por mi cuerpo, me cuesta estar bien,
me despierto en mitad de la noche y la echo de menos, aún hay veces que pienso
que esto no ha pasado, que todo es un sueño, pero la realidad es la que es y no
volveré a besarla, a desahogarme de cualquier cosa que me rondara la cabeza, de
disfrutar de sus comidas, de pasear cogido de su mano, de ver una serie o una
película juntos o de disfrutar de viajar a su lado.
He tenido la suerte de tener como
madre, a una persona que me ha transmitido unos grandes valores y que he tenido
muy cerca siempre, hemos vivido tanto juntos que quizás por eso ahora mismo me
siento con ese vació tan grande, pero con el tiempo seguro que me queda todo lo
bueno que hemos vivido, además se ha ido sin hacer ruido, rápido, sin ser una
carga para nadie, dándonos servicio hasta el último día, tomándose un helado
como cada noche en la Heladeria de Jose y bañándose en la curva de Lo Pagan,
unas horas antes de su adiós.
Si echo la vista atrás, los
recuerdos son infinitos, pero quiero recordar algunos de ellos, como nuestro
viaje a DisneyLand Paris para celebrar la comunión de Miriam, el paseo con ella
hacia la Torre Eiffel, el destelleo de sus luces al caer la noche y nuestro
primer crepe en el Sena.
Con ella, también me fui a
Lisboa, Fátima y Oporto, fue una experiencia increíble, porque fue el primer
viaje que hacíamos solos los dos, en un momento en el que yo no estaba muy bien
anímicamente y fue la mejor compañía posible, para estabilizarme.
Y así una lista larguísima de
escapadas, comilonas, teatros, cines, hasta nuestro gran viaje a Tierra Santa y
Jordania, el verano pasado. Toda la gente me decía que pedazo de regalo le
estás haciendo a tu madre, acompañándola en este viaje, pero el verdadero
regalo me lo hizo ella, porque en esos días brilló como nunca.
Nuestra última escapada juntos,
fue a Granada en el diciembre pasado, fue la primera persona de mi familia que
la dije que me iba a casar, recuerdo su cara de ilusión al decírselo, que se
fue convirtiendo en preocupación cuando la comentaba que la boda tendría que
ser para Mayo Junio del 2025, para prepararlo todo con calma, y ella me dijo
“ay nene, porque esperar tanto, a ver si me va a pasar algo y no voy a llegar,
que ya soy muy mayorcica”.
Ese era mi mayor miedo, que
alguno de mis padres faltasen ese día tan especial, pero la realidad es que he
crecido con ese miedo desde siempre, mi madre me tuvo con casi 44 años de edad,
ya le dieron la opción de abortar, porque ya era hipertensa cuando se quedó
embarazada y con su edad, había riesgo para ella, pero por suerte aquí estoy
yo. El caso es que siempre decía, que si me vería haciendo la comunión, que si
me vería con 18 años, que si me vería trabajando y al final solo le faltaron 10
meses, para verme también casado.
Aunque quiero pensar que se fue
sin sufrir, sin que fuéramos testigos de un deterioro de una larga enfermedad,
sin ser una carga para nadie, la verdad es que me imaginaba que se moriría de “viejecita”
en su camita, cuidándola y devolviéndole de alguna manera el servicio que nos
ha brindado siempre, pero no ha podido ser, se ha ido sin podernos despedir de
ella, sin decirla una vez más todo lo que la quería, sin darle las gracias por
regalarme mi vida y ayudarme a ser la persona que soy y no se pudo ir feliz del
todo, porque yo sé que quería acompañarme hasta al altar y la vida nos ha
robado un momento que por mucho que intente mirar adelante y hacer que siga
siendo especial, ya no será igual.
Pero ahora más que nunca, por
ella, debo intentar estar bien, volver a sonreír, volver a viajar, volver a
disfrutar de la vida, hasta el final, como ella hizo.
Se nos fue a los 84 años de edad y
me dio la vida en el 84, coincidencias del destino…
Durante su último cumpleaños
Siempre la tendremos muy presente
en nuestro día a día y con estas palabras, mi blog, mi vida, me imagino un día
de mayor, releyendo mis andanzas, topándome con este relato, recordando un
momento personal triste, del que tengo que reconstruirme, aprender a vivir con
un vacío, a continuar mi senda, mi camino.
Seguro que llega ese día y me
diré, Madre lo he conseguido. Gracias por darme y enseñarme tanto.
Nuestra última foto juntos