Son muchos los caminos que llegan
a Santiago, el camino francés, el del Norte,… la mayoría de los peregrinos lo
hacen andando, otros como es mi caso en bici, pero sinceramente, creo que hay
miles y miles de caminos, porque cada peregrino tiene su propio camino dentro,
su peregrinar hasta Santiago le habrá deparado una aventura diferente, unos
sentimientos diferentes, unos pensamientos diferentes, pero sin duda todos
viven una experiencia que tardarán mucho tiempo en olvidar.
Es la segunda vez que hago el
camino y ha sido tan diferente a la primera, ni mejor ni peor. Me ha servido
mucho para saber lo que quiero, lo que tengo y lo que no tengo y lo más
importante me ha permitido conocerme mejor y ahora puedo seguir mi propio
camino estando mejor preparado para cada aventura que nos depare el día a día.
No sé si será la gente que
conoces, los pueblos que atraviesas, a todos los peregrinos que te cruzas y les
deseas “buen camino”, pero esta senda tiene magia. Ahora me acuerdo de mucha
gente con la que me he cruzado en algún momento de mi viaje, José, Sonia,
Manolo, el grupito de canarios o la sonrisa de la francesa de la cama de al
lado y de muchos más desconocidos con los que he compartido una pequeña porción
de mi camino.
Han sido muchas horas en la bici,
horas muchas de soledad, de sufrimiento, otras gratificantes y de belleza
increíbles por estar montando en bici entre tus sueños y sobre todo una
liberación y satisfacción personal al llegar a la plaza del Obradoiro, la meta
de mi camino a Santiago, el fin de este camino.
Todos somos caminantes, no
siempre sabemos ni a donde vamos ni de dónde venimos, pero buscando un poco en
nosotros hayamos esas nuevas metas, esas nuevas ilusiones. Hoy termina este
camino para mí, pero mañana empezará otro. ¿Y el tuyo?
Buen camino..
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