Este verano tocaba volver a
Pirineos, esa magnífica tierra, donde las montañas tocan el cielo, los pueblos
se visten con casitas de piedra, el paisaje se tiñe de verde y el agua brota de
cualquier sitio, formando increíbles cascadas, ríos y lagos. Es un verdadero
regalo de la Naturaleza, que construye para nosotros una verdadera fuente de
vida, que te proporciona una desconexión total y lo digo yo, a pesar que soy
mucho más de ciudad que de campo y que amó más el mar que la montaña.
De entre la inmensidad de
montañas y valles que forman este paraíso que compartimos con nuestros vecinos
francesas, aún no había pisado la zona catalana, por lo que el epicentro de
nuestro viaje sería Viella, en Lérida, dentro del Valle de Arán. Desde allí, el
deseo de pasar unos días fabulosos, realizando una de las cosas que más nos
gusta en la vida, el deporte, así que con la compañía de Jose Runner y mi
hermano Gaspar, vivimos unos días llenos de aventura y de variedad en nuestras
actividades.
Ya nada más llegar y ver como una
alcarreña, Ana Lozano, daba todo lo que llevaba dentro, por meterse en la final
de 5000m en los mundiales de Atletismo de Londres, quisimos emularla con un
entrenamiento por el precioso entorno que rodeaba nuestra localidad, el mejor
prólogo del viaje que nos esperaba.
A la mañana siguiente teníamos
reservada, la primera de nuestras actividades, Rafting, con la empresa
Deportur, que organizan sus actividades con una gran coordinación y seguridad.
Tras ponernos el traje de neopreno, una pequeña excursión en furgoneta hasta el
pueblo de Les Bordes, donde nos meteríamos en el Rio Garona, aprovechando la
suelta de agua que tienen prevista cada día de cara a la agricultura. Nunca
había hecho rafting y las sensaciones fueron magnificas, luchando con la
corriente del agua, siguiendo las instrucciones de nuestro monitor, evitando el
choque con las rocas del cauce del rio y saltando entre las olas que provoca el
río en sus zonas de rápidos. Toda una experiencia.
Por la tarde, cogimos una de las rutas de MTB que tienen
previstas en el valle de Arán, para hacerla como entrenamiento de montaña, con
un Trail de 14km, que hicimos suavemente disfrutando de los paisajes del
entorno.
La actividad del siguiente día,
era senderismo, por los lagos de Colomers, dejando el coche en los baños de
Tredos y comenzar nuestra caminata hacía el refugio de Colomers, donde elegimos
la ruta más larga y que más lagos visita, de las dos que se pueden realizar.
Posiblemente haya sido la ruta de senderismo, más bonita que haya hecho nunca,
cada nada llegabas a un nuevo lago, unos más grandes que otros, pero todos
hermosos, un verdadero regalo a nuestra vista. En total 21km, en una excursión
que nos llevó gran parte del día, donde pudimos conversar de temas profundos de
la vida, cruzarnos con otros montañeros como los guipuzcoanos que corrían la
Behobia y sobre todo donde pudimos llenar nuestros recuerdos de una inmensidad
de imágenes que parecían postales.
Como ese día nos lo habíamos
ganado, nos dimos un homenaje para cenar en una sidrería-asador de Vielha, para
recuperar líquidos y proteínas.
El siguiente día, volvimos a
Deportur, pero esta vez para hacer barranquismo, nos volvimos a vestir de
neopreno, una mucho más gordo que el día del Rafting y con protección en
articulaciones y trasero. Nos llevaron al barranco de Bausen, para hacer un
cómodo descenso de un 1km aproximadamente, que para mí que ya había hecho
descenso hace unos años se me quedó algo corto, pero que es perfecto para
iniciarse en la actividad, con toboganes, algún salto, pasos entre cuevas,
cascadas de agua, en definitiva un verdadero parque acuático en mitad de la
naturaleza.
Como acabamos pronto, visitamos
la localidad de Bossost que estaba celebrando sus fiestas.
Después, tarde libre para
recuperar fuerzas y pasear tranquilamente por Vielha, una localidad que
principalmente vive del turismo rural y del deporte, en invierno con el esquí
al estar muy cerca de la estación de Baqueira-Beret y en verano, gracias a
aventureros como nosotros.
Para la mañana siguiente teníamos
reservadas unas bicicletas, para realizar varias rutas por el entorno, y la
excursión se nos fue de las manos, con casi 83km pedaleando con una ganancia en
altura de 2500 metros, una verdadera paliza, que mereció la pena por todo lo
que vimos, los pueblos que pasamos, las vistas de todo el valle de Aran, la
estación de Beret. Pero que nos hizo sufrir de lo lindo, sobre todo en un
puerto que no acababa nunca. Las piernas se nos iban a poner bien fuertes en el
viaje. El baño y comida en el rio junto al Montgarri, las vacas, los ponis. Un
día completito que terminamos en un italiano para recuperar hidratos de todo el
día pedaleando.
El último día y antes de
volvernos, visitamos algunos pueblos como Bohí o Tahull, con sus iglesias
románicas llenas de encanto, que fueron el broche a nuestra aventura pirenaica
de este año.
Así, entre risas, azucarillos, y
muchas vivencias pasaron estos fabulosos días por Pirineos, hasta la próxima.
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