Como pudisteis leer en mi post
anterior este año, uno de mis destinos veraniegos fueron los pirineos, donde
quisimos probar experiencias nuevas, que me hicieron vivir algunos de los días
más felices y espectaculares de mi vida,
dónde me lo pasé como un niño.
No sabíamos nada qué deportes se
podían hacer y en qué consistían cada uno, por eso quizás la experiencia fue
tan increíble, según llegamos a Broto, nos informamos de las empresas que
organizaban actividades de aventura y allí nos dirigimos. Entre todas ellas nos
encantó el entusiasmo con él que Azucena nos habló de cada una de las
actividades que su empresa “Aventuras Pirenaicas” hacía.
Por eso terminamos por apuntarnos
a todas y cada una de las aventuras que tenían disponible. Barranquismo, Vía
Ferrata, Descenso de Cañones y Espeleología.
La mañana del primer día nos
dirijimos a la oficina y nos equipan, con neoprenos, escarpines, arnés y casco
y nos vamos al barranco del Furco muy cercano a Broto, nos vestimos con
nuestros trajes de faenas y empezamos la actividad, lo primero una cascada de
unos veinte metros que tenías rapelar, el monitor nos da unas pocas
instrucciones y alli me lanzo, comprobando antes que realmente si pierdes el
equilibrio estas lo suficientemente seguro, y empiezas a disfrutar,
descendiendo junto a una cascada, sintiendo miedo, pero sabiendo que no hay
peligro, sientes el agua fría por tus manos, el resto del cuerpo esta muy
protegido por el neopreno y llegas a la poza, miras hacía arriba sueltas la
cuerda de tu arnés y dices madre mía estamos locos.
Todo lo demás fue una autentica
pasada, saltos, muchos toboganes, paseos por el agua, mas cascadas que rapelar,
el ruido de una tormenta que se acercaba y que hubiera precipitado nuestra
salida del agua y una cantidad de sensaciones espectaculares.
Por la tarde, teníamos las Vias
Ferratas, sabíamos dónde era, pero no en qué consistía, nos pusieron arnes y
casco y nos dirigimos a la cascada del Sorrosal en el propio Broto. Nos
enseñaron como la vía ferrata es un conjunto de escaleras, cadenas, y demás
elementos que han situado en la montaña, para escalar por ella por una manera
más o menos segura, tu misión es ponerte correctamente los dos mosquetones que
tienes entre cada fragmento de cadena, para evitar que cualquier resbalon te
cueste la vida. Una vez que coges la mecanica y te relajas, me pareció una
actividad increible, ascender por la montaña y contemplar esos paisajes desde
arriba es algo fascinante.
Trás un día en el que hicimos
senderismo, volvimos a nuestras actividades, esta vez descenso de cañones,
entre el descenso de cañones y el barranquismo vimos poca diferencia, salvo que
en el que este nos tocaba cerca de un cañon de Fanlo, era muy familiar y fuimos
acompañados por familias enteras, vas mucho más tiempo por el agua, tirándote,
dando saltos, por toboganes naturales, pero en nuestro caso sin tener que
rapelar para bajar ninguna cascada.
La actividad acabó junto a una
gruta, nos pusieron unas luces en nuestro casco y nos adentramos en la
oscuridad, todo lo que vino después fue también una experiencia única,
moviendonos entre aguas con barro que nos llegaban hasta el pecho, yendo a
gatas para pasar por grutas, disfrutando de las estalagtitas y estalacmitas que
el agua ha provocado en la cueva durante años, hacía mucho frio en el interior
y por eso siempre nos acompañaba una nube de nuestra propia respiración, fue
una actividad que aunque no sentimos ni el peligro ni las emociones de otras,
sentías en tu interior algo nuevo distinto, que me encandilo.
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