Con la llegada del otoño cada día se nos hace un poco más corto, las hojas de los árboles comienzan a cubrir el suelo y la luz del sol va perdiendo vida frente a la oscuridad de la noche.
Todo parece que se nos torna más difícil; la llegada del frío, el adiós definitivo al verano, al ocio y poco a poco nos inunda más y más nuestra rutina.
Del ayer nos quedan
recuerdos que se pasean por tu cabeza, algunos buenos, otros no tantos y
otros simplemente te dejan una morriña interior que te provoca vacío,
esa es mi sensación del otoño y más aún este año…
Con esa sensación, nos
marchamos la familia al completo a pasar el fin de semana a Armallones,
en medio del Parque Natural del Alto Tajo; mal tiempo, viaje largo para
pasar poco más de veinticuatro horas y demasiadas cosas en la cabeza.
Pero poco a poco, te
sientes mejor, pasas buenos momentos con los tuyos, viendo el lado
positivo del mal tiempo y cuando el cielo nos da una tregua paseas entre
los árboles tiñéndose de amarillo.
Comes, bebes, disfrutas, juegas, duermes…
Y a la mañana
siguiente te levantas para para salir a correr por los alrededores, y
con tu hermano avanzas hacía el Hundido de Armallones, que hace pocos
días había descubierto en la carrera de Ocentejo, pero desde el otro
lado, desde el pueblo que le da nombre y cruzas un bosque, te adentras
por otro, ves montañas increíbles, paisajes preciosos, cortados de
vértigo y llegas al Tajo.
El entorno es aún más bonito que el que recordaba hace un mes, sería culpa del otoño…
Y entonces espiras
miras a tu alrededor y dices joder!!! Qué bonito es esto… ¡!! Qué bonito
la hoja cayendo del árbol, qué bonitos los colores de la montaña con
esa escala de amarillos, qué bella es el agua de la lluvia deslizándose
gota a gota entre las hojas de los árboles, que bonita el agua clara y
brillante de esta parte del Tajo, en fin que bella es la vida..
Y qué bonito es el otoño.
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