Cuanto han cambiado las cosas
desde ese mes de Julio, en el que empecé a pensar en mi temporada deportiva de
este año. El primer objetivo marcado era bajar mi marca en 10K, en la carrera
de las aficiones que se disputaría el 13 de Noviembre, y marqué en rojo esa
fecha en el calendario como el primer reto de la temporada, bajar ese 36:34 del
año anterior…
Semanas después todo cambió y mis
circunstancias personales me hicieron replantearme muchas cosas, mi cabeza no
me ayudaba en mis entrenamientos y por ello tomé la decisión de olvidarme del
primer objetivo a cambio de disfrutar un fin de semana con mi hermano y los
runners en Doností, correr la Behobia y sobre todo alejarme por un par de días
de la soledad en la que me encontraba cuando tomé la decisión.
Desde esos días de mitad de
Septiembre, es difícil de explicar lo que ha sido mi vida, una montaña rusa de
sensaciones, de emociones, muchos
momentos de vacío o soledad y otros de inmensa ilusión, momentos de esperar,
momentos que necesitas abrazar, que te pregunten qué tal…
Inmerso en mí, te das cuenta que
los problemas cotidianos del trabajo ya no lo son tanto, cuando tienes otra
preocupación en la cabeza; y para
liberarte de todo, mi deporte. Y entonces entrenas, sin preocupaciones, sin
prisas, disfrutando, mejorando. Los domingos, compites, viviendo días
estupendos entre mis villanos, los runners, la montaña, el asfalto, mis
zapatillas y esas sensaciones indescriptibles que me hacen sentir feliz.
Y así llegó este fin de semana,
en el que con mi hermano, Jose y David, nos fuimos rumbo a Guipúzcoa, a vivir
un fin de semana que ha sido inolvidable. Con los bocadillos de jamón recién
cortados en el viaje de ida, con la pedazo de casa que nos alquiló David en
Zizurkil, el paseo por la feria del corredor, los pintxos, los recuerdos, los
peines del viento, el funicular y el paseo entre la lluvia por el Monte
Igueldo, uno de los rincones más mágicos que he podido visitar nunca, desde donde tienes las mejores vistas de la
playa de la Concha y de todo Donosti y para rematar el día los espaguetis de mi
hermano antes de dormir.
El domingo, amaneció con mucha
lluvia y nos disfrazamos entre plásticos rumbo a Behobia, una vez allí me
despedí de mis runners y comencé mi aventura de 20 km.
Esta carrera tiene una magia
única, se le pueden poner muchas pegas, que si cara, mal tiempo habitualmente,
perfil duro, recorrido no especialmente bello, … pero sin embargo es
posiblemente la mejor carrera de todas las que he corrido, gracias a la gente,
por eso todos los aficionados a este deporte deberían regalarse el disputarla
alguna vez.
Durante la carrera, tuve muchos
momentos de emoción, de felicidad, de sufrimiento, de dudas, una clara
representación en poca más de una hora y veinte minutos de lo que mi vida es en
estos momentos, es imposible que pueda describir todo lo que pude llegar a
sentir, pero en este video de entrada a meta, se puede ver un reflejo del nivel
de exaltación que pude llegar a sentir.
Después llegaría el caldito
caliente, el esperar a tus compañeros, encontrarme con Carlos Serrano, ver la
alegría de mis compañeros runners con la carrera realizada, todos con unos
tiempos impresionantes, serían los espaguetis del día anterior, xD.
Y como no habíamos tenido kilómetros
suficientes, aún quedaba dar un paseo por el casco antiguo, disfrutar de sus
calles, animar a los corredores que seguían llegando a la meta y darnos un
homenaje comiendo como Dios manda, con un servicio sobresaliente, jajajaja.
Sé que tras bajar más de 4
minutos, en esta Behobia, respecto al año anterior, estaba preparado para haber
hecho mi mejor marca en las aficiones y alimentar un poco ese ego personal que
todo runner le ayuda a tirar adelante, pero no me arrepiento en ningún momento
de haber tomado la decisión de vivir este fin de semana con Jose, David y mi
hermano Gaspar, gracias por hacer que estos días hayan sido inolvidables.
Ya queda menos para Sevilla..
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