Mucha gente no nos entiende, nos
miran con rareza, piensan que hace “ese tío” corriendo con el frio que hace,
lloviendo, cuando la cae la noche o cuando ni siquiera los primeros rayos de
sol han iluminado el nuevo día. La verdad que hay un poco de locura en todo
esto, nos gusta cansarnos, desgastarnos, sufrir, llevar nuestro cuerpo al
límite y todo esto para qué…
La verdad es que no hay una
respuesta clara para esto, cada uno tendrá la suya, pero cada vez somos más, esta
enfermedad, nuestra locura se contagia, siendo muchos los que se acercan a
probar nuestra droga y lo que está claro es que engancha, empiezas a pensar en
ritmos, carreras, zapatillas, sueños, retos, tu día a día tiene mucho más que el
trabajo, los problemas, el estrés,… esta droga arrasa con todo eso, porque
mientras corres eres libre y tu locura empieza a tener sentido.
No sé si esta sensación la
tendrán los 35000 corredores que se dieron cita en la Behobia, muchos quizás
solo querían vivir la fiesta que rodea a esta carrera y aún no estén
enganchados a nuestra locura, pero otros como es mi caso, viviendo una de las
pruebas más bonitas que se pueden disputar, te vienen a la cabeza todas y cada
una de las respuestas que darías a todo aquel que cuestione nuestra filosofía
de vida, porque en este fin de semana las he sentido todas.
Y aquí están mis respuestas:
Por los amigos que encuentras
compartiendo tu locura.
Por los momentos que pasas con
ellos.
Por los viajes que se hacen y que
haremos con la excusa de una carrera.
Por las cañas, los pintxos, las
risas.
Por los sueños, las ilusiones, el
tener un objetivo a corto medio plazo que te motive tu día a día.
Por alcanzar metas.
Porque si no has alcanzado tu
objetivo, siempre podrás echar la culpa al viento, al asfalto a las zapatillas
nuevas, a qué había mucha gente, a que no pillabas satélite con tu GPS,
cualquier excusa si la quieres es válida, porque todo depende de ti.
Porque llegas a carreras como la
Behobia y te das cuenta la de gente que comparte tu forma de vida.
Por un momento, una mirada, un
recuerdo.
Por subir al Monte Urgull o al
Iguenzo y verlo todo bajo a ti.
Porque los nervios o la
irritabilidad, desaparece con el pistoletazo de salida y si lo piensas puedes
transferir esas sensaciones a tú día a día, para aprender a controlarte en
situaciones que te provoquen ese descontrol.
Por volver a Donosti a otra
Behobia y que me vuelvan a animar por mi nombre gente que ni conoces.
Por chocar la mano a los niños
que se agolpan en el recorrido de una carrera.
Por sentir como se ponen los
pelos de punta al escuchar los ánimos.
Por ver el esfuerzo de la gente
en alcanzar su meta.
Porque quiero ser cada día un
poco mejor.
Porque me gusta.
Porque corriendo me siento yo.
Porque cuando corro me siento
vivo…
Gracias por este fin de semana, Zizurkil Runners
Gracias por tus palabras que siempre sirven de inspiración.
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