De la primera foto a la siguiente hay casi un año de diferencia, mis dos últimas entradas en meta, una el 8 de Marzo del 2020, justo antes que el coronavirus, nos cambiaran la vida; y al lado mi entrada en meta el pasado Domingo 28 de Febrero de 2021, en el Duatlón del Jarama.
Ha sido un año muy duro, este
puñetero bicho se ha llevado a tanta gente, nos ha llenado la vida de dudas,
miedos, distancia y soledad. Aunque tengo la esperanza que el final de la
pesadilla este cerca, la realidad es que tenemos por delante un futuro
incierto.
La verdad siempre intento sacar
el lado positivo de las cosas y lo bueno que puedo rescatar de esta situación
es que no he perdido a nadie de mi entorno cercano, lo que visto lo visto con los
dramas que se están viviendo ya es mucho.
Sin embargo, como a todos, esta
situación nos ha arrebatado algo de nosotros, para mí se llevó esa ilusión en
el medio plazo por alcanzar un objetivo deportivo, un reto que daba sentido a
mi día a día, me despejaba de mis problemas personales y laborales, me
recargaba mi batería y me liberaba de todo aquello malo que arrastra nuestra
rutina.
Cualquier intento por ponerme
cualquier reto, aunque no hubiera carreras, no me duraba más que unos días, en
especial por el dolor que sufría en ambos tendones de Aquiles, después de
volver a correr tras el primer confinamiento.
Al principio no le daba
importancia, sencillamente descansaba unos días, pero al volver a correr, el
dolor volvía, peor en el pie de izquierdo, donde desde hace años tengo un bulto
que se conoce como enfermedad de Haglund.
Comenzó el periplo de médicos, fisios y especialistas, porque aunque el dolor me permitía correr y habitualmente solo duraba la primera parte del entreno, me provocaba un dolor aún más dañino dentro de mi, al sencillamente dudar si merecía la pena seguir corriendo.
Esa idea ha pasado muchas veces
por mi cabeza en estos meses atrás, mis Aquiles se desgastan más rápido de lo
que deberían y la operación para pulir el Haglund, no me garantiza que los
tendones dejen de envejecer al mismo ritmo y eso se suma al atrapamiento
femoroacetabular, que me diagnosticaron en el 2018, donde el roce de mi fémur
en la cadera, estaba desgastando la articulación.
Con este panorama, la verdad sentía que con 36-37 años me había hecho mayor para este deporte y que lo más sensato sería dejarlo y quizás en términos de prudencia, esa sería la mejor decisión.
Pero nunca he sido una persona
que se rinda tan fácilmente y pensé en que, si necesitaba un reto, mi reto era
este, seguir corriendo y que quizás para seguir corriendo tendría que correr
menos, así que comencé a no correr dos días seguidos, combinando la carrera con
días de natación o bici, y fortaleciendo mucho más, sumando a mi rutina de la
cadera unos cuantos ejercicios para fortalecer los tendones de Aquiles y poniéndome
hielo tras cada día de correr.
Le dije a mi cabeza, que ya valía
de lamentaciones, que simplemente entrenara. Y así fueron pasando las semanas,
y me daba cuenta que estaba entrenando bien, que los dolores ya solo eran
molestias, que con cabeza y escuchando a mi cuerpo, era capaz de volverme a
exigir y a disfrutar del deporte.
Y lo que me ha dado unas alas increíbles
es volver a ponerme un dorsal y descubrir que estoy en un buen momento de
forma, quizás no en el mejor, pero competir 15k por debajo de 4min/km y a
34km/h los 45km de bici, me hacen ver que estoy fuerte y que puedo seguir así.
No sé cómo reaccionará mi cuerpo
el día que le vuelva a exigir en busca de mejorar mis marcas, soy consciente
que quizás haya ya una línea que por una razón u otra no sea capaz de atravesar,
pero solo sé que gran parte de mis dolores musculares, estaban en mi cabeza, en
esa tensión por culpa de lo que estamos viviendo, que engrandecía los
problemas y empequeñecía los sueños. Un síntoma más colateral de este virus
que ojalá sepamos terminar de controlar ya pronto.
Queda por delante un año 2021 aún
de incertidumbre, en el que seguiré viviendo más el día a día de cada entrenamiento,
compitiendo en lo que se pueda y nos dejen como el Half Triatlón de Madrid a
finales Mayo o el duatlón por Relevos en Alcobendas de Abril.
Y en el horizonte de todo, el dorsal para el Maratón de Berlin que lleva guardado en el cajón más un año, ojalá pronto pueda cruzar la meta de la puerta de Brademburgo, sería la señal que toda esta pesadilla ha terminado.
Mientras tanto, mi reto es seguir
disfrutando del deporte, porque el deporte es mi vida.
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