Entre procesiones, tambor, intentos fallidos
de obtener records Guinness, quise sacar un hueco en la visita realizada a la
cuna de mis padres, durante la Semana Santa, Hellín, para nutrirme de
Naturaleza y que mejor manera que esta.
Desde que era niño no había vuelto a este
lugar, en medio de la Sierra del Segura, un entorno mágico y singular conocido
como los chorros del Rio Mundo. En esos chorros brota el agua que da luz al Rio
Mundo, uno de los afluentes más importantes del Rio Segura.
En una hora, desde Hellín, nos plantamos en
Riopar, la localidad más cercana a este precioso monumento de la Naturaleza. No
la recordaba para nada así, un bosque lleno de pinos y encinas, del que partía
una ruta a pies de un tranquilo cauce de un río, que poco metros más arriba se
convertía en salvaje, con una caída de agua de más de 200 metros, desde donde “el
Mundo” nace.
Varios puentes y miradores de fácil acceso
nos permiten contemplar su majestuosidad. Ver como el agua impacta contra las
rocas, es un espectáculo digno de ver, que te purifica por dentro y te da
fuerzas para lo que queda de curso, más aún cuando estaba a punto de volver al
estrés, los madrugones, los atascos, la contaminación y las prisas.
Aquí por un momento pude respirar paz,
nutrirme de la belleza de la naturaleza y revivir un lugar que casi había
quedado olvidado en mi infancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario