Normalmente la semana santa me lleva a
Hellin, Ciudad del Tambor a vivir al lado de mi familia, procesiones y tambores, pero este año aprovechando que mi
hermano Juan tiene casa en Basauri al lado de Bilbao, planteé unos días
diferentes donde alejarme de lo de siempre y descubrir los pueblecitos cercanos
de Bilbao, descansar, desconectar del trabajo y tener la posibilidad de
entrenar tranquilamente en un idílico paisaje de mar y montaña.
No puedo negar que en muchos momentos me
gustaría haber estado en Hellín y ver a mis padres que ya llevo demasiadas
semanas sin estar con ellos y también poder ver a mis primos y tíos, porque ya
hasta otro año será difícil coincidir con todos ellos, pero creo que este viaje
era una oportunidad y no había que dejarla escapar.
En los próximos días iré publicando, mi
experiencia en cada uno de los pueblecitos que he visitado, como Portugalete,
Getxo, Plentzia, Durango o Bermeo. Unos lugares, pequeñitos, alejados del
mundanal ruido de la ciudad, pero pueblecitos con encanto que han conseguido
que disfrute al máximo de esta semana de vacaciones.
En definitiva unos días maravillosos en Vizcaya,
con un tiempo inmejorable que ha hecho cargar las pilas hasta el verano y
descubrir que si el Norte es bonito, con un poquito de sol como en esta ocasión
lo es si cabe aún más.
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