La excursión esta vez me llevaría hasta
Bermeo, pueblo marinero al este de Vizcaya. Desde Basauri cada hora salen
trenes del Euskotren hacía allí, el viaje es una auténtica preciosidad, ya que
atraviesas montañas, bosques, ríos, túneles y según te acercas a tu destino la
costa de Mundaka y unos preciosos acantilados, que bien merece aparcar el coche
y disfrutar de esta hora de viaje por el tren de vía estrecha por un trayecto
único a un precio irrisorio menor de dos
euros con tu tarjeta Barik.
La primera sensación que tienes al llegar a
Bermeo es el olor a mar, paseas y ves que todo el centro del pueblo es su
puerto, ya que todas las calles terminan dando a él, realmente precioso, todo
la vista panorámica de las casitas mirando al puerto, los barcos, las
esculturas. Un entorno magnifico que quizás no llegue al nivel del graderío del
pueblo asturiano de Cudillero, pero también muy bonito.
Luego te pierdes por sus calles, contemplas
sus miradores y la zona de la Atalaya, donde las vistas del Cantábrico son
increíbles. Y mientras comes, piensas lo que me puedo estar perdiendo al no
poder visitar la ermita de San Juan de Gaztelugatxe y su peculiar entorno,
debido a la restauración que están sufriendo su escalinata debido al duro
invierno.
Pero como dice el dicho, no hay mal que por
bien no venga, ya que gracias a estas obras pude visitar el que sin duda ha
sido el pueblo más bonito de todos los que he conocido en Vizcaya, se trata de
Mundaka.
A penas tres kilómetros de Bermeo y ubicada
en una zona rocosa de cara al Cantábrico, Mundaka me fue conquistando según iba
conociéndola, al principio por un paseo por la Naturaleza al borde de unos
impresionantes acantilados con unas vistas magnificas al mar, que terminaban en
uno de los lados del puerto, desde donde se podía vislumbrar el precioso
entorno junto al puerto, con un parque, muchas casitas preciosas, una zona
lleva de vida, que ni siquiera estas fotos reflejan lo que se veía.
Fueron unos instantes preciosos, el mar
entrando en todo ese paraje marinero era muy bonito y me recordaban a otros
lugares en el que se combinan agua y casitas, creando verdaderas postales, como
en Amsterdam o Brujas.
Realmente unas imágenes de esas que se quedan
en el recuerdo y que te llenan de vida para encarar la vuelta a la rutina.
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