miércoles, 24 de abril de 2019

Aventuras por el SUR

 
 
Tras la buena experiencia de mi viaje a la India, quise volver a hacer un viaje en grupo, dónde a pesar de ir sólo pudiera conocer gente. Así, di con esta actividad de Faro del Sur, una empresa dedicada a programas de viajes y aventuras en Isla Cristina, Huelva.
 
 

Nuestra actividad comenzaba el miércoles Santo desde la estación de Santa Justa de Sevilla, así que como estaba de vacaciones me fui unos días antes para estar a mis anchas y descubrir un poco de la Semana Santa sevillana.
 
 
El sol, la luz, la gente, el Guadalquivir, la Giralda, Triana, la Torre del Oro, la plaza de España, olé Sevilla, que preciosa estaba engalanada para sacar a la calle a sus pasos.
 

Solo el prólogo de un viaje que no había hecho nada más que empezar.

De Sevilla, nos recogieron para llevarnos a Isla Cristina a unos apartamentos que compartiríamos justo enfrente de las marismas de la localidad, en un paraje con muchos barcos pesqueros y unas puestas de sol, desde nuestros balcones realmente preciosas.
 
 
El comienzo con el grupo las típicas dudas, de ver si congeniariamos, si me sentiría bien, si realmente disfrutaría del viaje. Y la verdad es que la primera cena pensé, que qué narices estaba haciendo allí. Pero a veces las primeras impresiones se equivocan y así fue..

El jueves nos fuimos a hacer un sencillo Trekking paralelos al transcurso del río Guadiana, hasta llegar a Sanlucar de Guadiana, dónde nos tiramos en tirolina para cruzar el río y llegar a Portugal, una fantástica experiencia, cruzando de un país a otro de una manera única, en Alcoutim, el pueblecito que nos recibió al otro lado, comimos un bacalao con huevo y patata riquísimo, una mezcla de sabor que me sorprendió y mucho.
 
 
La vuelta a España en ferry y de allí de nuevo a Isla Cristina. Comienzas a hablar con esta y aquella, te empiezas a abrir, la magia aparece.

El viernes, un gran madrugón para visitar la sierra de Aracena, no me gusta madrugar y menos en vacaciones, pero mereció la pena. De verdad me sorprendía estar rodeado de tanta naturaleza, Aitor, nuestro guía, nos repetía "Recordad, estoy en Andalucía", porque por paisaje parecía más un lugar del Pirineos que de Huelva. A falta de cerca de una hora para acabar la ruta, empezó a llover, el único día en esta lluviosa Semana Santa en toda España que nos llovió a nosotros, no veáis como caía el agua, no había vivido algo así en mitad del monte nunca, al llegar a Linares de la Sierra, estábamos como fideos en sopa, pero yo creo que esa dificultad nos unió como grupo. 
 

El sábado la actividad era más sencilla, un paseo en bici por las marismas, hasta llegar Ayamonte, cruzar en ferry de nuevo a Portugal, hacia la localidad de Vila Real de Santo Antonio, más bici por esta zona del Algarve y buena comida. Por la noche un verdadero homenaje cenando por dos duros, qué bien y qué barato se come por esta zona, madre mía!! Luego, cervezas, el Cubanito, confesiones, risas, la magia ya inundaba nuestro cuerpo y con apenas tres horas de descanso, llegaría el día que sin ninguna duda marcaría este viaje, Doñana.
 
 
Comenzamos conociendo la zona de las dunas, con su larga playa totalmente virgen de más de 30km, las montañas de arena fundiéndose entre la arboleda. De allí nos perdimos por el monte, los pájaros, el sonido, el palacio del Acebron. Para terminar en las marismas, visitando así los tres ecosistemas que forman Doñana. Un precioso paseo por el Rocío, sus calles de tierra, las hermandades, la Virgen, y nuestra imaginación para hacernos una idea de la pasión y devoción que se vive aquí. 
 
Y luego llegaría una de esas experiencias que nunca en mi vida olvidaré, nuestro guía Aitor, que poco a poco nos había ido conquistando, nos tenía guardado una sorpresa única, nos adentró en el Doñana salvaje, por un sendero que serpenteaba, subía y bajaba, y llegado el momento nos tapó los ojos, guiándonos cogidos en fila india sin ver nada. Más de cinco minutos avanzando lentamente sin saber a dónde, con una confianza total en él. Nos paramos y nos dijo "Dicen de Doñana qué está formada por dos mares, uno verde y otro azul", nos destapamos los ojos y allí estaba la inmensidad de un bosque verde que no tenía fin en todo el horizonte, nos giramos y allí teníamos el océano. Inolvidable el momento. Luego tuvimos nuestro momento de paz, disfrutando del lugar, dejando fluir nuestras emociones, con una conexión total entre la naturaleza y nosotros. 
 
Luego llegaría la última cena, más confesiones, terapias, estrellas, mitología... 

Por la mañana del lunes, un paseo en velero por la costa de Isla Cristina, poniendo el colofón a una experiencia brutal de Faro del Sur, que invito a todos a vivir. Son increíbles y unos directores magníficos para hacernos descubrir Andalucía y contagiarnos de su magia.
 
 

Unos días que ni en los mejores de mis sueños me podría imaginar así, dónde he aprendido mucho, he escuchado frases que marcan, como: "Que seas tan feliz que no sepas si vives o sueñas",
"Las personas se miden según cumplan su palabra","Sopa o teta", ... 
 
Y sobre todo me ha hecho creer más que nunca en las personas, que allá donde vaya puede haber gente buena que te hagan ser un poquito mejor. 

No se si será simplemente Andalucía, será la física, la química o simplemente la magia, no sé qué habrá sido, pero me siento feliz de haber vivido esto. Ya echo de menos el SUR, ¿Cuándo volvemos?