miércoles, 2 de septiembre de 2020

Y por fin llegó Cadiz


Última parada de este verano tan atípico, lleno de miedos, dudas, mascarillas, distancia, brotes y rebrotes.

No me puedo quejar para nada porque ha sido un verano que con lo que estamos viviendo he podido conocer muchos lugares que tenía pendiente de visitar dentro de España como Almería, Menorca, y ahora una semana en Cádiz y sus alrededores, con la compañía de mi amigo Edu.

Primer dia: Llegada al Puerto de Santa María

Nuestro cuartel durante estos días estaría en el Hotel Dunas Puerto, pegado a una de las playas del Puerto de Santa María, una población con un gran ambiente cada noche, muy pegadita a la capital gaditana. Bañado no solo por las aguas de la bahía de Cádiz, también por el río Guadalete que desemboca allí.




Tierra de bodegas, buen pescaito y una heladería italiana en el centro que nos deleitó varias noches durante nuestro viaje.

Segundo Día: Cádiz

La capital nos enamoró, sus callecitas, visitar la catedral, encontrarme por casualidad a buenos amigos de turisteo, subir a la Torre y vislumbrar las vistas desde lo alto, pasear por el malecón, tapear y comer por el mercado.




Salir del Cádiz, Cádiz, Cádiz, por el largo paseo de sus playas y disfrutar de un café en uno de sus chiringuitos.


Cuando la noche entraba y ya se podía pasear, volver a perderse por sus calles, llegar a la famosa playa de la Caleta, y cruzar a uno de los castillos que la delimitan, disfrutar de las fotos, del momento, del aire de una noche de verano en Cádiz.

Tercer día: Playa Bolonia. Zahara y Jerez

Las distancias a veces son más grandes de lo que uno inicialmente pensaba, pero la 1h30 hasta Playa Bolonia mereció pena, una maravillosa playa, de agua cristalina, en enclavamiento precioso, con unas ruinas arqueológicas a la que nos quedamos sin cupo para entrar (cosas del Covid), pero con una preciosidad, su duna, que escalamos hasta lo más alto para después dejarnos caer corriendo en uno de los mejores momentos del viaje sin ninguna duda.





La tarde en Zahara de los Atunes, personalmente como playa en sí, la mejor que he visitado en éstos días,   anchas, limpias, una preciosidad.

Y para acabar el día, cena en Jerez de la frontera, dejando de lado un poco el pescaíto y comernos carne de toro y otras delicateces. En la visita paseamos por la majestuosa Catedral, la Alcazaba, varias iglesias como la de San Miguel hasta llegar al monumento de la faraona, Lola Flores.



Cuarto día: Rota y Chipiona

Siempre había conocido Rota por su base naval y me sorprendió enormemente su casco antiguo, con el castillo, sus iglesias, sus estrechas calles de casitas blancas.

Luego al lado Chipiona, donde no pudimos conocer la virgen Negra, al estar cerrado el Santuario, pero si pudimos pasear de un lado a otro, pasar por la puerta de la casa de Rocío Jurado o alcanzar una parte de la playa virgen de Chipiona de la mano de una guía muy especial.




Y para acabar el día una puesta de sol en un sitio mágico, perdido entre invernaderos, en una zona acantilada con unas vistas increíbles y la música de Rocío Jurado con los últimos destellos del sol..



Quinto día: Más Cádiz

Reservé un free tour en Cádiz, para conocer más de su historia, de la famosa Pepa, de aquellos rincones más secretos, los cañones en las esquinas, el Cristo de Medinaceli más negro que yo en la antigua catedral, la relación entre la sal y el salario y otras anécdotas de lo que los gaditanos conocen como Cádiz Cádiz Cádiz ( o Cai Cai Cai), el Cádiz de murallas para adentro.

Después visitamos el Castillo de Santa Catalina junto a la playa de la Caleta donde acabó el free tour. Recorrimos el Parque Genovés, las murallas de San Carlos y el monumento de la Constitución de 1812.





Por la tarde, teníamos cita para subir a la Torre Tavira, la torre más alta de la ciudad, ciudad llena de torres en la mayoría de sus casas. Desde arriba, las vistas eran fabulosas, en especial hacia la catedral. La torre Tavira tiene un cuarto oscuro, no penséis mal, es una zona donde se apaga la luz y abren una ranura del techo que con una serie de espejos y lentes proyecta una imagen en tiempo real de la ciudad. Una efecto óptico increíble en la palma de nuestra mano.

Sexto día: Vejer y Conil

Siempre había escuchado que Vejer de la frontera era uno de los pueblos más bonitos de España y quería comprobarlo de primera mano. Sus casas blancas, sus rincones, el castillo, la plaza, un recorrido sinuoso de subidas y bajadas que anima a perderse en el laberinto de sus calles empedradas. No defraudó para nada.



Luego un poco de playa, en una de las calas de Roche en Conil, pequeñita muy familiar, de agua magnífica, mucho más parecida a lo que he conocido hace poco en Menorca. Una auténtica maravilla para desconectar y cargar pilas.


Séptimo día:

El último día del viaje, mucho más tranquilo en la Playa de la Puntilla junto a nuestro hotel y bañito en la piscina del hotel antes de comenzar el viaje de vuelta que pone punto final a mis vacaciones 2020, unas vacaciones en las que he intentado desconectar de las cargas del día a día y coger muchas fuerzas para un nuevo curso que se presenta lleno de incertidumbre.
Espero haber cargado lo suficiente la batería, el tiempo dirá.