martes, 4 de abril de 2023

VIGO: A tiempo para la Reconquista



Corría el verano 2016, cuando visité la primera y única vez hasta ahora la ciudad de Vigo, como dice su alcalde, la ciudad más grande de España…que no es capital de provincia. Fue una visita relámpago, simplemente para embarcar hacía las Cíes, en un viaje del que no tengo buen recuerdo, por todo lo que significó para mí.

Tras un invierno largo, muy intenso en el trabajo y sin encontrar la liberación habitual que me provoca mi deporte, a causa de mis constantes dolores en los Aquiles, necesitaba más que nunca una escapada como esta, en la que he disfrutado, me he escuchado y he podido ordenar un poco mi cabeza, que con la frenética agitación del día a día, se encontraba sin tener las cosas claras.

Vigo, es una ciudad peculiar, muy vinculada al mar, con un casco antiguo sinuoso lleno de cuestas y no cuestas, con edificios imperiales, mezclados con otros frutos del desarrollismo que rompen la estética de una ciudad que podría ser mucho más hermosa de lo que es, pero que por otro lado es mucho más de lo que era hace solo unos años atrás, dejando atrás una época oscura y sobre todo abriéndose a un turismo mucho más allá de las luces de su Navidad.


Lo primero, que me encontré al llegar a Vigo y adentrarme por su casco viejo, fue una concentración de gente sin igual, calles abarrotadas, en las que cruzar solo unos metros, te suponía minutos, la gente bebiendo y comiendo en la calle, puestecillos medievales y muchas personas vestidas con unos trajes para nada convencionales.


Que narices se estaría cociendo aquí, me preguntaba…

Pues, tuve que llegar a Vigo, el día de su fiesta más grande del año, la llamada Reconquista, donde celebran la victoria del pueblo ante las tropas de Napoleón. Con esto de que venimos de los años de la pandemia, pues la concentración de gente era increíble. Como para encontrar en Vigo un remanso de paz y tranquilidad en estos días, me dije…

Pero en nada me fusioné con ese parque temático que estaba a mi alrededor, para disfrutar de la experiencia, comer y beber como uno más en la calle, escuchar música, gaitas, ver a las tropas francesas ser expulsados de la ciudad por la milicia, una verdadera experiencia.


SI me hartaba del bullicio me escapaba hacía el puerto, donde estaba atracado el Galeón Andaluz, un precioso navío de madera, que estaba estos días por Vigo.



El segundo día, Domingo de Ramos, lo aproveché para realizar mi característico free tour, que me ayuda a conocer mucho mejor la ciudad, ya entendí mucho mejor todo el tema de la Reconquista, el porqué de los contrastes en la arquitectura, el Vigo vertical, las vistas desde los restos de su muralla, una fantástica inmersión por la historia de la ciudad y también de sus leyendas como la de su ria, donde se genera un estrecho vínculo entre Julio Verne y la ciudad viguesa, por su obra; “20.000 leguas de viaje submarino”, el capitán Nemo, y la flota hundida en esas aguas en la Guerra de la Independencia.



El tercer día, llegó el regreso a las Islas Cíes, que maravilla de lugar, esas aguas transparentes y playas paradisiacas, que la hacen atribuirse el apodo del Caribe Gallego, con un gran pero, la temperatura del agua, fría, fría pero fría. Aunque quizás gracias esa temperatura, se obtenga ahí tanto fruto de esas aguas.




Me recorrí la isla casi por completo, sus faros, sus playas, un remanso de paz, que necesitaba como el comer y que me conectó como hacía tiempo con la Naturaleza.


A la vuelta por Vigo y con eso que aquí anochece bastante más tarde, aún pude adentrarme por el Monte do Castro, el gran pulmón de la ciudad, con preciosos miradores y un castillo homónimo en su interior.



Para acabar, el cuarto días antes de venirme de vuelta a casa, y de cambiar las maletas y comenzar la segunda etapa de mis vacaciones de Semana Santa, me acerqué hasta las lejanas (del centro) playas de Vigo, la Playa de Samil y Playa “Do Tombo do Gato”, el colofón a unos días maravillosos por tierras gallegas, donde fui muy bien tratado en el Hotel Náutico, muy céntrico, comí de maravilla, incluido buen marisco fresco y donde sobre todo, reconquiste una ciudad que tenía tachada de mi lista y que se merecía una segunda oportunidad.