sábado, 17 de julio de 2021

Lanzarote: La isla de los volcanes

Siempre hay una primera vez para todo, nunca había estado de vacaciones en un resort con todo incluido y este año he disfrutado por primera vez de algo así. 

El destino Lanzarote, en nuestras amadas Canarias, en el hotel RIU de Puerto del Carmen. La verdad es que uno se acostumbra a lo bueno fácilmente, aunque tener tanto a tu alcance tiene un gran peligro para los que nos gusta comer. 


Abundantes desayunos, comer picoteando de aquí y de allí para luego repetir lo que más te gustaba y cenas abundantes, dos de ellas en los restaurantes temáticos que tenía el hotel. Y claro con toda la bebida que uno quisiera, una tentación constante..


La playa junto al hotel era grandísima y muy tranquila, Los Pocillos. Y en el hotel, al margen de comida y bebida, teníamos animación, varias piscinas y una disposición de hamacas que ya estaban cogidas desde primera hora cuando bajábamos al desayuno, gran parte de los huéspedes se pasaban horas y horas en la piscina vuelta y vuelta. 



Los que me conocéis sabéis que soy más de otro tipo de vacaciones más activas pero alguna vez había que probar algo diferente. 

Siempre que voy a las islas tengo reservado un coche de alquiler para conocer a mi aire la isla, está vez la demanda de vehículos era tan elevada durante la semana de nuestra estancia que no había coches, así que tuvimos que tirar de transporte público para conocerte pueblecitos cercanos como Arrecife o Playa Blanca. 




En Arrecife, hicimos un free tour, soy un gran enamorado de este tipo de visitas, pero está ocasión no me pareció para nada recomendable. Quizás porque la capital de la isla no tenga la riqueza de patrimonio de otros lugares. 



En Lanzarote, todo gira en torno a la figura de César Manrique. Es imposible venir a la isla y no toparse con alguna obra de este artista por el que pasaba todo, cada construcción, cada rotonda, cada rincón que se hacía en la isla. Es el diseñador turístico de la isla. 

Y cuál es el resultado, pues la verdad es que Lanzarote tiene algo especial, una isla llena de volcanes, devorada por la lava de las últimas erupciones del siglo XVIII que sepultaron varios pueblos en lo que ahora conocemos como el Timanfaya.

En la isla no hay apenas vegetación, es una zona árida, desértica, los núcleos de población todos, de casitas blancas de 2 o 3 alturas a lo sumo, sin carteles de publicidad, sin edificios turísticos, todo muy homogéneo, todo menos la torre del gran hotel de Arrecife, que sorprendentemente fue aprobada por César Manrique, rompiendo con la estética del resto de la isla, hotel que por cierto sufrió un incendio y fue okupada durante años por toxicómanos. 

Seguro que hay gente que me mata por este comentario, pero Lanzarote no es una isla bonita. No hay naturaleza, no hay verde, no hay agua(dulce), no hay vida, hasta los 70 era un lugar donde nadie quería ir, ni vivir, pero llegó César Manrique y supo atraer el turismo, explotando detalles que la hacían singular a otros lugares y si esto se combina con el clima de nuestras islas afortunadas y el Mar, tienes el cóctel perfecto para convertir en Lanzarote en lo que hoy es. 


Al no tener coche, tuvimos que contratar una excursión para conocer la isla y lo que a priori podría parecer un problema, porque no tendríamos esa libertad para visitar la isla a nuestra bola, se convirtió en todo un acierto, al visitar sin las prisas típicas de otras excursiones de este tipo, sin visitas comerciales a sitios saca cuartos y con la entrada incluida y sin colas a los puntos de interés. La agencia fue una empresa local, Lanzarote Guides y nos trataron muy bien. 

Comenzamos el día con la entrada a la Cueva Verde, una sucesión de galerías que nos adentran al interior de la isla, con alguna que otra sorpresa en forma de ilusión óptica que nos dejó fascinados a todos. 

La segunda parada nos llevó a los Jameos del Agua, un jameo es el agujero por qué el que la lava consigue salir a la superficie, formando unas cavidades que en el caso de los Jameos del Agua, han sido fabulosamente decorados. Una verdadera preciosidad. 



La tercera visita fue el Mirador del Río, donde se puede divisar la isla de la Graciosa que está pegada a Lanzarote al norte de la isla, en verano la suele cubrir una bruma que no nos dejó disfrutar de la plenitud de sus vistas. 

Comimos en Haría y en vez de volver por la carretera de costa de la isla, para llegar al sur nos llevaron por el centro de la isla atravesando las montañas de Lanzarote. 

La tarde comenzó con un precioso paseo en camello ya dentro del Timanfaya, justo antes de adentrarnos en el interior del parque y descubrir varios experimentos para después en nuestro propio bus recorrer las montañas del fuego, una verdadera pasada, uno de esos lugares diferentes que merecen la pena visitar. 




Para acabar, se visitaron dos lugares más, la Laguna Verde y los Hervideros, dos lugares hermosos que se sumaron a una excursión inolvidable conociendo Lanzarote. 




La verdad ha sido una semana muy bonita, que ha pasado demasiado rápido, en la que he seguido sumando experiencias y recuerdos, me costó despedirme del hotel y eso también es gracias a la compañía en el viaje, donde "la 2ª de Borbón", supo aguantarme, hacerme buenas fotos y ser paciente mientras comía, comía y luego descomía. 

Ahora a seguir llenando de momentos este verano del 2021.