martes, 4 de agosto de 2020

Menorca: Encontré el paraíso


El año pasado mientras visitaba Ibiza con mi sobrino, me comentaron que si me gustaban las calas de allí, me iba a encantar Menorca, porque allí podía encontrar un Mediterráneo mucho más puro, más salvaje, sin la sobreexplotación del ser humano, con calas aún más hermosas que las de Ibiza. Ese mensaje se me quedó dentro y en cuanto he tenido oportunidad me he escapado tres días para conocer un poco de la isla de Menorca.

Llegué el viernes, saliendo después del trabajo y al llegar al aeropuerto de Mahón ya tenía mi coche alquilado en Autos Menorca casi en la misma puerta del aeropuerto.

Mi hotel, una simple habitación en Ciutadella, donde me acogieron de maravilla, recomendando donde cenar una fabulosa pizza.

Primeras fotos por el puerto, la catedral, el ayuntamiento y a descansar que me esperaban tres días frenéticos.



La mañana del sábado, quería ir a un par de calas de las más bonitas de la isla según las guías, cala Turqueta y Cala Macarella, pero cuando iba rumbo a ellas, un agente informaba que el parking de ambas playas estaba lleno, así que cambio de planes y termino visitando otras playas, Cala en Bosc y Cala Blanca, es en la primera de ellas donde puedo contemplar el precioso color del Mediterráneo en estas islas, un verdadero paraíso.


Y en mis paseos de un lado a otro haciendo fotos empiezo a ver indicaciones del "Cami de Cavalls", la verdad no tenía ni idea de que era hasta que mi compañero de asiento en el avión de ida que también era corredor como yo, le pregunté por donde correr en la isla, me comentó la existencia de este camino que bordea toda la isla y va uniendo las distintas calas.

Eso me hizo pensar, ¿y si voy a una cala donde haya núcleo de población y por lo tanto más opciones de aparcamiento y desde allí voy corriendo a las calas que tienen tanto problema de aparcamiento?

Dicho y hecho, esa tarde fui a Cala Galdana, una pedazo de playa increíble, coronada por el único hotelazo de la cadena Meliá que he visto por toda la isla, y en efecto allí los carteles de las rutas hacia Cala Turqueta y Cala Macarella hacia un lado, y Cala Mitjana hacia el otro.



Pues un día en una dirección y otro día en la otra, pensé. 

Llego a Cala Macarella tras unos 15minutos de trote y contemplo porque dicen que es una calas más bellas de la isla y sin apenas detenerme sigo hasta su hermana pequeña, la cala Macaralleta y allí encuentro el paraíso, pequeña, enrocada a un lado y otro, con bosque al fondo, las aguas de color turquesa, arena blanca, suave, una preciosidad de la naturaleza, y allí vuelvo a sentir esa sensación de conexión, de equilibrio, de felicidad.


Soy incapaz de irme y salgo el último del agua. Necesitaba sentir algo así.


Esa noche quería ir a cenar a Mahón, de camino no podía quitar de mi cabeza lo que había visto, y decido que aunque deje otras playas o cosas de ver, allí, a Macaralleta, mi paraíso, tenía que volver y lo hice.

En Mahón, viví una anécdota increíble con mi mascarilla, cené en una terracita y di un paseo por el centro y el puerto.


El domingo, conocí más a fondo Ciutadella, su catedral, algunas iglesias, el castillo de San Nicolás y terminé bañándome en una diminuta calita justo al final del precioso puerto de la ciudad.



Por la tarde, volví a Cala Galdana, para recorrer un poco más del Cami Cavalls primero hacia un lado para visitar Cala Mitjana, sus miradores, nadar entre cuevas, una cala encantadora.

Para después cuando el sol había bajado, calzarme las zapatillas y volver a recorrer la ruta del día anterior. Bendita ruta 13 del Camino, que permite conectar unas calas preciosas, de Cala Macarella a la Cala Turqueta, su nombre es por algo, vaya azul y de allí se podía llegar a mi paraíso por otro lado diferente al del día anterior. Qué gozada, de nuevo me quedé solo en la playa, cuando de pronto empieza a aparecer una luna llena que ni en mis sueños hubiera imaginado.




Retorno ya casi de noche a mi coche en Cala Galanda bañándome en la noche, que sensación de libertad.

Se que mi estilo de vida no es nada convencional, uno va a la playa a descansar, tomar el sol, el chiringuito, la cervecita y a mi aunque también disfruto con un turismo más convencional, nos os podéis ni imaginar lo que siento corriendo en mitad de la naturaleza, viendo esos paisajes, esas playas. Menorca me tenía enamorado y gran parte de la culpa la tenía el Cami de Cavalls, porque ahí podía disfrutar de mi deporte y el Mar, corriendo en mitad de la naturaleza, la poción perfecta  para alzar mi estado de ánimo.

El lunes, tras una breve parada en la "Naveta des Tudons", un monumento funerario, conocido por ser el monumento más antiguo de todas las islas baleares; me esperaba conocer el norte de la isla.


La primera parada, Cala Pregona y para llegar hasta ella de nuevo el Cami de Cavalls en la ruta 6, adentrándose en una zona mucho más salvaje, que me hizo disfrutar como un niño haciéndome fotos con la furia del agua rompiendo entre las rocas de color amarillo de otro planeta, a mí fondo. Que bien me lo pasé.




Después una breve visita al Faro de Cavalleria, para acabar en la playa del mismo nombre, que olas más buenas, que buen rato saltándolas y dejándome arrastrar por ellas. Comí en Forniers un pueblo pesquero de casitas blancas y una gran bahía de mal calmado a su lado.


Y que podía hacer las pocas horas que me quedaban antes de coger el vuelo, si, volví a la Cala Macarelleta, al llegar mucho antes que los días anteriores estaba con mucha más gente. Nadé de una cala a la otra, contemplando el hermoso fondo marino, los peces, que lástima que esas vistas bajo del mar solo estén en mi recuerdo y no pueda volver a recordarlas con una foto.

La despedida tenía que ser allí.



Tres días intensos, de desconexión con el mundo y de conexión conmigo mismo, tres días que necesitaba, por toda la situación que estamos viviendo en la sociedad y en mi entorno.

Menorca me ha enamorado, he visto la esencia del Mediterráneo, aguas cristalinas, playas paradisíacas, tranquilidad, paz. Si buscas comodidad, playas de fácil acceso o chiringuitos, quizás Menorca no es lo que buscas, si lo que quieres es una conexión de naturaleza en mitad del Mediterráneo, ven a Menorca.

Aquí encontré mi paraíso, ojalá vuelva pronto.