viernes, 11 de julio de 2025

Luna de Miel: Japón y Maldivas

Con la resaca después de haber vivido uno de los días más especiales de nuestra vida comenzaba la aventura del viaje de la luna de miel que nos llevaría a Japón y Maldivas.

La verdad es que fue un poco la casualidad lo que nos llevó a estos destinos, vimos varias agencias, varías posibilidades que nos hicieron al final decantarnos por este viaje preparándolo todo nosotros dada la seguridad que da Japón.

La visita al país nipón ha superado totalmente todas mis expectativas, una sociedad avanzada, super limpia, donde es fácil moverse con el transporte, barata con el actual cambio entre el euro y el yen, donde hemos comido muy bien.



Han sido 14 días, recorriendo tres ciudades (Tokio, Kioto, Osaka) que nos han llenado los sentidos, que hemos podido disfrutar y que nos dejan un recuerdo que espero sea inolvidable.

Comenzamos por Tokio.

Con un largo viaje, con escala en Doha, que saliendo anocheciendo del lunes, llegamos ya de noche del martes hora local en Tokio. 17h de viaje más la diferencia horaria, casi un día entero de vuelo.

El primer día ya en Tokio, visitamos la zona más cercana a nuestro hotel, (Hotel East 21), para subir a lo alto de la Torre SkyTree, un especie de pirulí a lo grande, desde donde las vistas de la ciudad eran increíbles. Skytree es la torre de comunicaciones más alta de Japón y sus 634 metros de altura la convierten en uno de los mejores miradores de Tokio. Tiene dos miradores uno a 350 metros y otro a 450 metros, fue una pasada. 



Desde allí visitamos el barrio de Asakusa, uno de los distritos de Tokio, donde se encuentra el templo Senso-ji, con el que comenzamos la inmersión en la cultura nipona. Según comentaron aunque el templo sea de los más antiguos y visitados de Japón, está reconstruido debido a los bombardeos de la II Guerra Mundial que devastaron gran parte de la ciudad.



Ese día comimos en un sitio local que nos había recomendado mi primo Javier de su etapa viviendo por aquí, en el qué te tienes que preparar tu la comida, estaba todo muy rico aunque allí ya empecé a comerme lo mío y lo que a Irene no le gustaba.

Aunque es verano también en Japón, anochece muy pronto sobre las 19h, (también amanecía super pronto), así que por la tarde teníamos la visita a la Torre de Tokio, la clásica que siempre aparece en las fotos de la ciudad, parecida a la Torre Eiffel de Paris pero mucho más pequeña. La torre es bonita, pero las vistas fueron menos impresionantes que las vividas por la mañana desde el Skytree. Además la torre de Tokio, tiene el problema de no poder ser fácilmente fotografiada al estar engullida entre edificios mucho más altos que ella.




Segundo día.

Por la mañana teníamos contratado un free tour para adentrarnos por los jardines Imperiales de Tokio, mira que soy un fan de los free tours, pero este fue de los más flojos que he hecho nunca principalmente por el poco dinamismo del guia, que acompañado a un sol de justicia hizo que el paseo por la zona de estos jardines se nos hiciera eterno.



Por la tarde un poco de relax en la piscina/spa del hotel para reponer fuerzas, antes de ir a la zona que más nos ha gustado de Tokio sin ninguna duda, Shibuya. Donde se encuentra el famoso paso de peatones que más gente cruza al día, es toda una pasada ver la cantidad de gente cruzando cada vez que se pone verde. Todos los edificios tienen una iluminación preciosa por la noche y la zona está llena de restaurantes, tiendas, luces, vida.



Y lo bien que cenamos en un sitio de carne donde lo primero era colocarse un babero gigante para no mancharnos y luego comer y comer a base de bien. En este punto aprovecho para comentar que el precio al cambio en general de la vida en Japón es mucho más barato que en España, hemos llegado a comer por menos de 2000 yenes los dos, que serían unos 12€ (6€ por cabeza) y el día que más hemos pagado habrán sido 5800 yenes, que no llega ni a 20€ por cabeza. Y estoy hablando de comer bien, con un servicio adecuado, todo siempre limpísimo y todo bien cocinado. 



Por ejemplo el abono de metro diario serían unos 5€ y ya podíamos subir y bajar todo el día. En el metro todo estaba super bien explicado, cada parada a parte del nombre la identifican con un número y de esta manera es muy fácil saber cuando te toca bajarte, hacer un transbordo o situarte en el andén correcto. La verdad es que sentí que estaban un paso por delante a nosotros en ese sentido, bueno en ese sentido y seguro que alguno otro (limpieza, educación, respeto,...) Lo único que fallaba en el transporte público es que la mayor parte de las estaciones no cuentan con escaleras mecánicas.

Bueno volvamos al viaje, el tercer día tocaba conocer el parque temático de Disney Sea, en Tokio hay dos parques de Disney, Disneyland, parecido al de Paris y este de DisneySea, que según habíamos leído era único en el mundo. A mí personalmente me encantó, los decorados de cada una de las zonas son pura magia, pero a Irene no le llamó tanto la atención, porque entre el calor que hacía, la cantidad de gente que había, algunas atracciones ponía colas de horas (compramos un par de fastpass) y hay que reconocer que a pesar de ser ya el tercer día, aún teníamos el sueño algo cambiado.



En tema de atracciones, no hay ninguna que digas buff, el hotel del terror que tiene Paris a modo de lanzadera y alguna atracción chula pero ninguna que te quite la respiración. Lo que es brutal es cada escenario, la zona infantil totalmente interior simulando el mundo marino de la Sirenita, la zona de Venecia y la recreación del mundo de Aladín fueron mis favoritas. 


El cuarto y último día por Tokyo, ya fue la coronación final a una ciudad que nos estaba encantando pero que terminó por enamorarnos. Por la mañana volvimos a Shibuya para subir al edificio Shibuya Sky, posiblemente la mejor visita que hemos hecho durante todo el viaje, porque no fue subir a una torre más y contemplar las vistas, es que el lugar era precioso, arriba sales al aire, a una terraza, con un helipuerto, sofás para disfrutar el momento, una auténtica pasada. Además que durante la visita tienes las mejores vistas al paso de peatones que comentaba antes y que ya habíamos visto de noche. El sitio nos enamoró totalmente.




Por cierto que en este punto quiero hacer un inciso, la mayor parte de las entradas de visitas realizadas durante nuestro viaje a Japón fueron adquiridas desde la web de Klook, funciona de maravilla, te da la posibilidad de pagar en Euros y no tuvimos ni un solo problema.

Desde Shibuya y tras cruzar por el última vez el Shibuya Scramble Crossing nos fuimos al Santuario Meiji-jingu, rodeado de naturaleza con unas grandes puertas de entrada (los famosos toris).



Y por la tarde, hasta el anochecer el barrio de Odaiba, donde hay una pequeña playita de la ciudad y una estatua de la libertad que nos hizo emular que estábamos en Nueva York, nos encantó. 



Para acabar conocimos el barrio de Akihabara, lleno de luces y de jóvenes señoritas que se ponían en la calle a promocionar algo, no sabemos si sus servicios o algún lugar y con eso acabamos con una ciudad inmensa, a la que por la distancia quizás nunca vuelva pero que me deja un sabor magnífico.

Kioto, siguiente parada.

El primer día fue tranquilo, la experiencia de montar en el famoso tren bala Shinkansen, que nos llevó en pocos más de dos horas a Kioto, la antigua capital imperial de Japón, que se salvó de los bombardeos de la segunda guerra mundial, siendo la ciudad que mantiene más patrimonio que visitar. 


Tras el viaje, un poco de piscina y subida a la torre de comunicaciones de la ciudad, una visita evitable si no vienes muchos días a Kioto, pero que fue un buen punto de partida para conocer la ciudad. Una ciudad más antigua, sin los rascacielos de Tokio, donde a pesar de tener metro prevalece el uso de unos viejos autobuses que tenían su encanto y que partían la mayor parte de sus líneas desde la estación central.

Segundo día

Visitamos dos de las joyas que tiene la ciudad, por la mañana 
Kiyomizu-dera, conocido como el templo del agua pura, sin ninguna duda una maravilla en la ladera de la montaña formando un conjunto de mágico de gran belleza y eso que en verano los colores de todo el entorno son más normales, debe ser increíble en otoño o primavera..



Después Fushimi Inari-taisha, la clásica estampa que aparece de Japón con la sucesión de toris naranjas, que serpentean a lo largo de la montaña, en una ruta de subibajas, escaleras y más y más toris. Al principio estábamos como locos intentando hacernos una foto en la que no saliera algún turista más pero con un poco de paciencia en los 4km de ruta y miles de escaleras, hubieron muchas fotos nosotros solos.



Fue una experiencia brutal, dura, pero que siempre recordaremos, por la magia del santuario.

Tercer día.

Visitamos la vecina ciudad de Nara, famosa por estar repleta de ciervos. Aquí nos pasó como con los Toris del día anterior como locos para intentar fotografiar al primer ciervo que veíamos sin saber que los veríamos por miles y sin exagerar. Una experiencia muy chula la de darles de comer unas galletas que vendían en muchos puestecillos. 




Mucho se habla de Nara y los ciervos pero posiblemente lo que más me sorprendió fue el magestuoso templo de Buda que hay, con un tamaño de las figuras increíblemente grandes. 


Cuarto día 

Con eso que estás recién casado, que no tengo vergüenza y tal pues pasé por el aro de vivir la experiencia completa de hacer turismo por Kioto ataviado con la traje característico de la época imperial el Kimono.

Tuvimos que elegir el modelo, ponernos una ropa interior sobre las nuestras, nos vistieron, nos pusieron bolsos, chanclas y hasta un paraguas para el sol y ale a patear la ciudad como si fueras un ninja.

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Al principio la gracia estuvo bien, visitando el Pabellón de Plata y alguno que otro templo pero poco a poco el calor era mayor, y el kimono no ventilaba mucho y andar tanto en esas chanclas no era lo más recomendable, por lo que la turistada se fue convirtiendo en una auténtica penitencia.

Quinto día 

Por la mañana antes de coger el tren a Osaka, aún visitamos el bosque de Bambú de Arashijama, del que había visto fotos increíbles, (una suele salir mucho en la pantalla de reposo de Windows 11). Sin embargo realmente la zona de bambú esta muy acotada y como era de esperar petada de turistas.


Para acabar con Kioto, visitamos los jardines del castillo, dejando en el tintero algún que otro lugar recomendado como el Pabellón de Oro.

Sin duda, la cantidad de lugares que visitar en Kioto es grandísimo y es una visita obligada si vienes a Japón, pero me llevo mejor sabor de boca de Tokio que de Kioto.

Siguiente parada Osaka.

Ya la tarde del primer día, nos dió para ver el famoso barrio de Dotonbori, lleno de luces de neón y subir al Umeda Sky Building, que aunque no fue tan espectacular a la visita en Tokio del Shubuya Sky, pero que también nos gustó muchísimo, son como dos torres unidas y todo lo del centro es una circunferencia exterior desde donde contemplar la ciudad y comprobar que Osaka era de nuevo una ciudad moderna, llena de grandes edificios, luces, colores y vida. 




Segundo día y tercer día.

Visita al Universal Studios, lo que sería el Port Aventura de Japón. (Incluido el pájaro loco) Como cuando lees sobre Osaka sale siempre como un imprescindible y nos gusta tanto los parques temáticos, pues decidimos dedicarle un par de días, uno de ellos con la entrada a la zona de Mario y varios Fast Past para el segundo día.


Una vez allí, la verdad es un parque temático que si vienes a Osaka tienes que visitar si o si pero es bastante más pequeño que Port Aventura, tiene varias zonas increíbles, la que más me gustó la de Harry Potter. En atracciones hay más adrenalina que en el Disney Sea, pero realmente atracciones fuertes son dos, una de ellas que puedes montar al derecho y al revés. Hay varios espectáculos chulos sobre todo uno del agua. Sobre la zona de Mario, realmente esta muy bien lograda, sintiendo que estás en mitad de los juegos de Mario, pero entrar es un caos porque necesitas un pase que solo sirve para cierta hora de entrada y como en el resto del parque son zonas pequeñas que se ven rápido, con solo una o dos atracciones. Ni siquiera sabíamos que recientemente habían abierto una zona de Donkey Kong Country por lo que llegamos tarde a montarnos en la única atracción que había en esa zona, porque aunque el parque cierre a las 21h las atracciones las cerraban a las 19h. En fin sabor bastante agridulce del Universal Studios, que lo disfrutamos y mucho sobre todo el primer día que siendo viernes había menos gente pero el segundo se nos hizo largo porque era o hacer colas eternas en atracciones o espectáculos que ya habíamos visto o hacernos fotos por los impresionantes escenarios y que siempre cuando mejor se estaba ya sin sol y mejor temperatura nos mandaban a casa sin ni siquiera un espectáculo final de luces y fuegos como es habitual. 



Cuarto y último día de Osaka

Por la mañana estuvimos visitando el barrio Shinsekai, está zona es de las más antiguas de la ciudad, las tiendas en los alrededores de la torre Tsutenkaku, estan llenas de encanto pareciendo a los puestos de las fiestas, para disparar con la clásica escopeta de feria y alguna sala de recreativos clásicos donde jugué una partida como no al Mario Bros.




De allí nos fuimos al Castillo de Osaka para pasear entre sus jardines y fosos.

Por la tarde y para rematar el viaje nipón, nos fuimos a la Expo de Osaka 2025, que como la Expo de Sevilla 92, te permite de alguna manera visitar diferentes países con los pabellones donde cada país intentan vender lo mejor de su imagen para atraer futuros visitantes. Entramos en algunos, como el de España que nos decepcionó bastante porque vendia solo la imagen de la biodiversidad marina de nuestros mares, las energías renovables y una amplia colección de postales de los años 80 con imágenes de la España de aquella época que con todos mis respetos no era la mejor manera de vendernos como país. 




A destacar también en la Expo el gran anillo gigante de madera de unos dos kilómetros de circunferencia que han construido como monumento representativo de la Expo y que entendemos será el monumento que quedará para la posteridad de esta Expo 2025.


En total dos semanas completas en Japón, con unas sensaciones maravillosas de un país muy muy recomendable para visitar.

Pero ojo que la luna de miel continúa.

La siguiente parada nos llevaba a Malasia. Desde Japón a Maldivas, los viajes más rápidos son pasando por Kuala Lumpur o Singapur, al final nos decantamos por Malasia que ya lo conocía yo de un viaje con Indra de hace ya bastantes años y que me parecía ideal para alargar la parada y enseñarle a Irene un poco el contraste del sudeste asiático. 

La parada por Malasia, no fue como habíamos soñado, recientemente para entrar al país han solicitado rellenar un formulario web que no habíamos rellenado y que al intentar hacerlo deprisa y corriendo en el aeropuerto pues me llevó a entrar en una web que no era la gubernamental y pagar un dinero que no teníamos que haber pagado y que veremos si terminamos por recuperar...Esto nos hizo perder además un tiempo muy valioso que terminó por reducir nuestras horas en Kuala Lumpur y solo poder ver las Torres Petronas, pero bueno algo es algo.



Al día siguiente, nos esperaría Maldivas.

Ya antes de aterrizar en Male, las vistas por la ventanilla eran magníficas, se veían las islas y resorts, las casitas sobre el agua y ese color maravilloso del mar.



Una vez en tierra cuando salimos a la zona de llegadas era una locura la cantidad de agentes de los diferentes hoteles que estaban ahí esperando, cada uno a un destino, unos directamente en barca a su hotel, otros en hidroavión y nosotros en otro vuelo doméstico de apenas 45min y barco hasta las dos islas del complejo Riu en Maldivas. 

La verdad no sabemos cómo serán otros resorts, pero volvemos encantados del trato, de los servicios, de las instalaciones, del agua y de todo de este Riu Palace Maldivas. Como digo eran dos islas, en una el hotel Riu Atoll, en el otro el Riu Palace, entre una isla y la otra la recepción de los hoteles y las casitas sobre el agua, que nos alojarían durante las siguientes 5 noches. 



Cuando alguien piensa en el paraíso, la imagen que se le viene a la cabeza suele ser algo parecido a lo que teníamos aquí, playas de arena blanca, un agua totalmente turquesa, las palmeras, una verdadera pasada que considero que todas las personas que tengan la posibilidad y les guste el mar deben vivirlo alguna vez en la vida, porque no hay nada igual.



En nuestra instancia, podíamos hacer excursiones para ver delfines, snorkel, padel surf, piragua, un día cogimos una barquita de pedales. Cada hotel, tenía un restaurante buffet y dos restaurantes temáticos para las noches, los huéspedes del Palace teníamos derecho a ir a las instalaciones de ambas islas. La comida estaba riquísima, pero como siempre que estás en un todo incluido a partir del tercer día ya empiezas a ver muchas cosas repetidas, pero vamos que he comido como un animal, ahora me va a costar volver a mi peso jejejeje.

Pocos peros puedo poner al hotel, totalmente recomendable para quien quiera conocer el paraíso de Maldivas.

Tras cuatro días alojados en una casita sobre el mar, con una terraza con vistas y unas escaleras directamente al mar, nos quisimos dar el homenaje de dormir en una de las suite del hotel, con una espectacular piscina privada sobre el mar y una bañera en mitad de la habitación. La verdad que una auténtica pasada, pero la pijada es cara de pelotas. 5 días completos en Maldivas ha sido mucho más dinero que 14 días en Japón, pero como digo es una experiencia que todo aquel que tenga la posibilidad y le guste debería vivir al menos una vez en la vida.



Otra de las cosas que más llama la atención en Maldivas es la cantidad de especies marinas, hemos visto Mantas Raya, tiburones pequeñitos, tortugas y otra cantidad de pececitos de colores sacados de la película de Buscando a Nemo.




Como añorare mis baños nada más levantarme, las vistas, la paz de unas playas paradisíacas para nosotros sólos, mis desayunos, los paseos en buggy que unía las islas, las puestas de sol y la cantidad de estrellas.



Una auténtica delicia.

El último día, nuestro barco hacia el vuelo doméstico salía a las 17:45 por lo que aún podíamos disfrutar a tope de las instalaciones. Decidimos que en vez de hacer una escala larguísima de vuelta, nos merecía más la pena dormir tranquilamente en Male y salir a las 10 de la mañana rumbo a España, pasando de nuevo por Doha, con Qatar Airways.

Han sido tres semanas completas de viaje de novios, el colofón perfecto a una boda en la que disfrutamos muchísimo. Ahora nos va a costar volver a la rutina, pero no nos queda otra, pero lo hemos disfrutado y mucho, además puedo decir yo que he viajado por medio mundo que ha sido un viaje magnífico, fabuloso, maravilloso y que siempre recordaré, acompañado de Irene, mi mujer y compañera de viaje de este y de todo lo que quede por venir.