martes, 6 de agosto de 2019

Conociendo China

 
 
No sé qué me trajo a China, quizás solo el deseo de seguir conociendo maravillas del mundo y ahora que estoy en un momento de mi vida que me lo puedo permitir, me fue picando la curiosidad de conocer el gigante asiático y visitar la muralla china, además de otras zonas del país.

Tras mirar distintos viajes de agencias y enganchar a mi aventura, a Pilar, una de las chicas del viaje a la India del año pasado, decidimos adentrarnos en el país por nuestra cuenta, organizando todo a nuestro antojo.

Viajar a China no es fácil, conseguir el visado, el problema del idioma (a penas saben inglés), la distancia, ...pero todos los obstáculos se fueron salvando, disfrutando de una experiencia inolvidable.

Pekín

La capital de China es una ciudad inmensa, de distancias eternas, con mucho calor en estas fechas del año y llena de gente que salían como hormiguitas de cualquier sitio.

Me llamó mucho la atención ver qué no hay mucha diferencia en la sociedad de Pekín con la nuestra, vestimos igual, vamos con el móvil de un lado a otro igual, mismas tiendas, los atascos, las prisas,... sino fuera por las diferencias étnicas, podríamos pensar que es igual a cualquier capital europea.

Tras un largo viaje de 11 horas, enlazamos un día con el siguiente y comenzamos a visitar la ciudad, comenzando por la Ciudad Prohibida, qué de gente, qué locura, un verdadero agobio, que se incrementó cuando nos dijeron que no quedaban entradas para ese día y que teníamos que reservar para otro día por internet. Entre el calor, el cansancio, el sentirnos abrumados entre tanta gente pasamos un rato complicado que poco a poco se fue disipando.

Como ya estábamos por esa zona visitamos un par de parques desde los que se divisan las mejores vistas de todo el complejo de la ciudad Prohibida.
 
 
Por la tarde noche, visitamos una de las calles más comerciales de la ciudad,Wangfujing, llena de tiendas y puestecillos. Tenia miedo de las comidas por aquí pero el primer día me hizo perderlo por completo porque la comida china estaba riquísima, llena de variedad, sin necesidad de comer excentricidades.

El segundo día me encantó, por la mañana visitando el Palacio de Verano, una verdadera maravilla, con un conjunto de templos sobre la montaña, hasta llegar a un lago inmenso que paseamos casi por completo y cruzamos en barca. Sin ninguna duda es el sitio más hermoso de todo Pekín. 


Por la noche ese día vimos la villa olímpica con el fabuloso estadio, conocido como el Nido, la iluminación por la noche es una verdadera pasada.

El tercer dia, llego el momento de visitar la muralla China, decidimos ir a una zona un pelín más alejada de Pekín pero que no tiene tanta saturación de gente y fue todo un acierto. Negociamos el precio con el taxista que nos esperaría a la vuelta para traernos de vuelta a Pekín.
 
 
La muralla es increíble, inmensa, en un entorno de montañas precioso. La alcanzamos en un teleférico y luego a nuestras anchas, fuimos subiendo y bajando por ella hasta perdernos en una zona ya menos turística en la que la naturaleza ha ido engullendo a la propia muralla. Fue impresionante!!Como impresionante la bronca que nos echó el taxista que nos esperó tres horas más de lo que le dijimos.

Esa noche, nos adentramos en otra zona super animada de Pekín, la calle Qianmen. El momento de la fuente de música fue precioso.

Nuestro cuarto y último día en Pekín, lo aprovechamos para ver al fin la ciudad prohibida, aunque cualquiera que venga a Pekín este sitio será un imprescindible en su visita, debo reconocer que me defraudó y solo sentí una abrumadora sensación de estar rodeado de miles y miles de personas. 
 
 
Antes de poner rumbo al aeropuerto visitamos el Templo del Cielo y una fabuloso lago que teníamos al lado del hotel, que me pareció un verdadero oasis en mitad de la locura de esta ciudad.

Yanshuo

China es casi como un continente y las distancias entre zonas es bárbara, por lo que fuimos en avión hasta Guillin, para conocer una zona menos famosa de China pero que me dejó unas ganas inmensas de volver y pasar más tiempo por la preciosidad de todo el entorno.
 

Yanshuo es un pueblo rodeado de montañas, pero no unas montañas cualquieras son unas montañas redondeadas como las que salían en bola de dragón por eso mucha gente las conoce como las montañas de Goku. 

Es un sitio mágico y si no lo crees busca Yanshuo en Google y verás como no exagero.

El primer día allí, nos alquilamos unas bicis y fuimos recorriendo el río Yulong, entre las montañas, viendo una China mucho más rural, con campesinos trabajando el campo y unos paisajes únicos. Nos bañamos en varias zonas del río, vimos las balsas de bambú que llevan a muchos turistas río abajo, rescatamos a una China de las aguas y sobre todo llenamos nuestras retinas de imágenes mágicas, que seguirán en nuestro recuerdo durante mucho tiempo.


Me llamó la atención como por esta zona nos cruzábamos más con turistas occidentales que de China, es como que que el turista chino no relaciona el ocio con el ejercicio físico o no terminan de valorar la preciosidad de esta zona.

Si sorprendente fue lo que vi de día, sorprendente también fue lo que vi de noche, porque no me lo esperaba nunca, la calle West Street de Yanshuo albergaba una inmensidad de puestos, tiendas, restaurantes,  bares con música en directo, discotecas, un ambientazo descomunal. De verdad tenéis que verlo para creerlo.

El segundo día, contratamos el famoso crucero que recorre el Río Li, entre sus meandros y montañas. Una verdadera delicia, pero lo que nos costó subirnos al barco con la seguridad que podríamos movernos libremente por sus terrazas para poder hacer fotos. Cosas del idioma. 
  
El tercer día, volvimos a coger unas bicis y vimos una de las zonas más famosas de Yanshuo el MoonHill, una colina con un agujero en el centro en forma de luna de allí su nombre, un rincón único. 
 
 
 
Y de allí las sorpresas continuaron en la visita a las Walter Cave, unas cuevas dónde pudimos bañarnos en barro y relajarnos en unas pozas de agua caliente increíbles, vaya Spa dentro de una cueva. Una experiencia única.
 
 
Shanghái

Llegamos a dormir a Shanghái y la primera imagen del hotel fue maravillosa, una ventana grandísima que ocupaba por completo un lado de la habitación con unas vistas espectaculares.

Ya al siguiente descubrimos que desde el hotel podíamos ir caminando a gran parte de los atractivos de la ciudad lo que nos daba una libertad que no tuvimos en Pekín, aquí las distancias no eran tan enormes. Del hotel salimos rumbo al People Square la plaza más característica de la ciudad y de  allí al Bund, sin duda la zona más mágica e icónica de Shanghái, al poder ver todos los rascacielos que caracterizan la ciudad.
 

Reconozco que soy mucho más de edificios antiguos que de la grandeza de los rascacielos pero la estampa de Shanghái era realmente hermosa.

Por la tarde tras correr un poco, vimos por primera vez la ciudad iluminada por la noche, las calles más comerciales, llegando de nuevo a la zona del puerto. Vaya pasada, que combinación de colores, luces, imágenes. Es algo distinto a todo lo demás. Maravilloso.

Al día siguiente visitamos la zona de los jardines de Yuan Yuan, con muchos bazares a su alrededor y unos puentes, agua, piedras, templos, realmente bonitos.


Por la tarde nos esperaba el clásico free tour que me gusta hacer siempre que llegó a una ciudad, en esta ocasión no lo había en castellano, teniéndonos que conformar con hacerlo en inglés, que con la poca gente que sabe hablarlo ya era un logro. (Incluso en las recepciones de los hoteles teníamos que tirar habitualmente del Google Translator, para preguntar en chino cualquier cosa).

El tour fue bastante entretenido y coincidimos con un buen grupito de españoles que como no podía ser de otra forma terminamos en un bar tomándonos unas cerves.

El tercer día, intenté en vano bañarme en alguna piscina por la mañana ya que las horas centrales del día estaban siendo insoportables, pero no hubo forma. 
 
 
Por la tarde nos fuimos a subir uno de los rascacielos de la ciudad para ver Shanghái desde las alturas. Desde allí vimos una puesta de sol magnífica y como las luces volvían a llenar de vida la ciudad, fue una experiencia preciosa. Eso sí, las luces sólo están encendidas hasta las 23h. Aquí se van a dormir muy pronto..
 


Suzhou

Por la mañana del día siguiente nos pusimos rumbo a Suzhou, una ciudad cercana a Shanghái que se conoce como la Venecia asiática. 
 

Algo se parece porque tiene bastante canales, puedes montar en una especie de góndolas de seis plazas que nosotros compartimos con una familia de Honk Kong y está llena de puentecitos. En especial en una de sus calles más comerciales. 
 

Al margen de la zona de canales,visitamos varios jardines preciosos, llenos de lagos, puentes, templos, una pagoda y la zona amurallada.

Sin ninguna duda merece la pena pasar un día por aquí si tienes tiempo. Una ciudad mucho más calmada que Shanghái de ambiente universitario con rincones encantadores.

Hangzhou
Nuestro último destino era Hangzhou. Otra ciudad cercana a Shanghái, conectada fantásticamente por medio del tren de alta velocidad.

Si por algo destaca Hangzhou es por su lago, el lago del oeste, una verdadera maravilla. Y a su alrededor un eterno parque donde se hacen miles de actividades, como bailar, taichi, actuaciones en directo...mi compañera de viaje fue buena protagonista entre los chinos y sus bailes. Visitamos una isla en el centro de lago y pude correr por sus orillas a la mañana siguiente.
 
 
Y así termina mi historia por el gigante asiático, dos semanas inolvidables, visitando muchos sitios preciosos, con miles de anécdotas, los problemas con el lenguaje, las comidas siempre en sitios locales normalmente riquísimas, sin saber con seguridad lo que pedíamos,  lo amable y serviciales que son los chinos, y también lo guarros que pueden llegar a ser escupiendo, las mil y una fotos de esta o de aquella manera que nos hemos hecho y la de fotos que nos han pedido hacernos con ellos, al vernos diferentes, los helados, ...
 

Una experiencia única que espero haya sido también especial para mí intrépida compañera de viaje, Pilar, que sin apenas conocernos hemos sabido llevarnos muy bien o eso creo, a pesar de las dudas de los primeros momentos.

Ahora vuelta a la vida real, los entrenamientos, el trabajo, pero el verano continúa y habrá que seguir disfrutando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario