El pasado miércoles volví al
Santiago Bernabéu a ver un partido de Champions, hacía mucho tiempo que no iba
a ver un partido de Copa de Europa y además era la primera vez que iba con mi
sobrino Carlos a ver un partido así.
La ilusión era grande, llevábamos
mucho tiempo esperando este día, la Champions, el Bernabéu, un partido grande
contra la Juventus, nuestros bocadillos, unas entradas a pie de campo cerca de
la esquina izquierda del fondo sur y sobre todo muchas ganas de disfrutar.
Llegas al estadio y te contagias
por el ambiente, entras al campo y siempre te quedas anonadado por su magnitud,
ves calentar a los jugadores muy cerca de ti, intentas que las cámaras del
estadio te saquen por los videomarcadores y se te ponen los pelos de punta con
el video de momentos históricos del Madrid con Plácido Domingo de fondo y
escuchas el himno de la Champions.

Es cierto que el juego del Madrid
no engancha, no juega bien, pero las 80000 personas que estamos aquí estamos
representando a millones de aficionados madridistas y deberíamos al menos hacer
todo lo posible por llevar en volandas a nuestro equipo, como hacen muchas
aficiones, pero no, aquí o es el equipo el que levanta a la grada o nada.

Me fui con un sabor agridulce, no
puede ser que 1000 aficionados se escuchen más que 80000, no puede ser que se
pite a un jugador de nuestro equipo, antes de que falle o no luche por un
balón, no puede ser que seamos madridistas, estemos en el Bernabéu y no lo
demostremos..
No hay comentarios:
Publicar un comentario