martes, 21 de mayo de 2019

Mi viaje a Egipto: Un sueño hecho realidad

 
 
Hay viajes que me parece que toda la gente que le apasione viajar tiene que hacer una vez en su vida y Egipto por su historia es uno de ellos. Ahora que la situación política parece ser más estable y los precios aún eran asequibles, parecía el mejor momento para vivir una experiencia única en mi vida, conociendo está civilización ancestral.

El primer día conocimos Luxor, considerado como un verdadero museo al aire libre. El madrugón de los que no se olvidan a las 4:30 estábamos arriba, porque aunque tenemos la misma hora que España, amanece muy pronto y había que aprovechar el día

La primera visita fue la que más me gustó dentro de Luxor, el templo de Karnak, una verdadera pasada, inmenso, sus obeliscos, su espectacular zona de columnas, su lago, cuánta historia. De allí, el templo de Luxor, el calor empezaba a apretar, quizás no había sido tan buena idea venir en Mayo a Egipto..pensaba. Porque hacer turismo con más de 40 grados no era fácil de llevar.
 
 

Cruzamos el río Nilo en una barquita que pude pilotar unos segundos y llegamos a la otra orilla del río, dónde está el valle de los Reyes, una zona muy árida, dónde están algunas tumbas de los faraones. Entre ellas la de Tutankamón. 
 

 

Para finalizar la mañana el templo de Hatshethup, escarbado sobre la piedra. Una auténtica pasada. Solo un día aquí y es difícil recordar otro día en mi vida con tantas cosas visitadas.

La verdad en muchos de los sitios me hubiera gustado disfrutarlos a mi ritmo, mis fotos, mis momentos pero este tipo de viajes organizados es lo que tiene.

Por la tarde disfrutar del barco, la piscina, el suave avance por el Nilo. Es difícil de creer como entre la inmensidad del desierto existe este río, alimentando de vida todo que encuentra a su paso.

El segundo día, fue mucho más tranquilo que el primero, por la mañana visitando el templo de Horus en Edfu, una verdadera maravilla de las que mejor están conservadas, dónde hicimos nuestros pinitos como actores mientras Munir nuestro guía nos narraba las historia de los dioses egipcios. Fue una maravilla de lugar, al que llegamos en calesas. El país está remontando gracias al turismo y es asombroso la burbuja en la que nos tienen y nos llevan de un lugar a otro.
 
 
Por la tarde mientras el barco avanzaba hacia Asuán, se detuvo en Kom Ombo, una pequeña localidad que alberga otro templo muy cercano a las orillas del río y por culpa de su situación en muy mal estado de conservación, fruto de saqueos, inundaciones y la utilización de sus materiales para otros fines.  Poder tocar sus paredes, disfrutar tan de cerca los jeroglíficos, acariciarlos, sentir como están hechos, nunca podré disfrutar en otro sitio de estas obras de artes tan de cerca.
 
 
El tercer día fue uno de esos días que nunca podré olvidar, con nuestras almohadas a eso de las dos de la mañana nos montamos en un bus que mientras seguíamos durmiendo nos llevó a Abu Simbel, una de las maravillas de Egipto, un templo esculpido directamente desde la montaña que tuvo que ser trasladado minuciosamente debido a la creación del lago Nasser, necesario para controlar las inundaciones del Nilo. Al salir tan pronto fuimos de los primeros turistas en llegar, viendo el amanecer en un lugar fantástico.  Es una de las estampas que se me quedarán grabadas en la retina de este viaje sin ninguna duda.



Por la tarde, montamos en faluca, una especie de velero, cruzamos desde la orilla que estábamos de Asuán, hacía una playa al otro lado, dónde nos bañamos. Que maravilla poder decir que me he bañado en el Nilo.

Una ves secos la aventura continuaba, montando en camello hasta llegar a un pueblo nubio, disfrutamos de su cultura ancestral, el té y los cocodrilos que tenían como mascotas. 
 
 

El día aún dio para más, con un precioso paseo por Asuán, remolcados en calesas, para contemplar la vida de esta ciudad y la fábrica de las especias, muy típicas en la cultura egipcia. 

El cuarto día sería el último dentro del barco, visitando el templo de Philae, en mitad de una isla del Nilo,  el entorno de lo más bonitos visitados, al estar en un entorno precioso entre el río y rocas. Por la tarde un poco de relax en nuestro crucero que nos ha hecho de residencia estos días y rumbo al aeropuerto para llegar al Cairo, dónde la aventura continuaba.
 
 

Llegamos a dormir y poco más, descansar un rato (vaya madrugones nos estábamos metiendo) y rumbo a otro de los días esperados, conocer las pirámides.

De camino cruzando El Cairo, sientes una expectación única, mientras ves como la ciudad está muy deteriorada, con la mayor parte de las viviendas sin acabar y barrios que dan una sensación totalmente tercermundista, si bien aunque nos habían avisado que la ciudad reinaba el caos, era bastante más ordenada que cualquiera de la India. 
 
 

Al fin llegas a la zona de las pirámides, engullidas totalmente por la ciudad, pero consiguiendo un entorno, desértico, único, mágico. Su altura impresiona, sobre todo de las tres pirámides de Giza, dos de ellas, la de Keops y Kefren. Salté entre ellas, las escalé, me hice mil fotos, entramos en una de ellas, arrastrándonos hasta su interior y meternos en el sarcófago. Fue algo indescriptible, como se pudo hacer algo así hace más de 4000 años. Me hubiera quedado todo el día, de un lado a otro disfrutando del lugar, pero estos viajes organizados es lo que tiene y teníamos que seguir el programa, primero parando en la famosa esfinge para continuar con una fábrica de papiros. Se me hizo tan corto..


Por la tarde, nos adentramos en el Cairo, el famoso mercado Khan el Khalili, sus gran cantidad de mezquitas por eso se la conoce por la ciudad de los mil minaretes, la zona amurallada, la verdad me dió una sensación de una ciudad especial, pero el descubrirla como corderitos siguiendo a nuestro guía, me hizo no poder disfrutarlo como estoy habituado cuando visito cualquier ciudad. 

Me sorprendió mucho como la gente se echaba a la calle después de la puesta de sol, cómo era Ramadán, el mundo islámico no come hasta la puesta del sol y una vez han comido salen a la calle a cantar y saltar, la ciudad estaba llena de vida, preciosa. 



El último día de visita, tocó conocer la mezquita de Alabastro, dentro de la Ciudadela de Saladino. Allí pudimos conocer un poquito más del islam de sus pilares básicos. De la Ciudadela, nos dirigimos al barrio Copto, dónde visitamos la Iglesia de San Sergio donde Jesucristo estuvo refugiado con María y José en su huida a Egipto. Para acabar el museo del Cairo, no soy mucho de museos y por eso mi opinión puede estar un poco sesgada, pero me decepcionó muchísimo, el museo está viejo, de las zonas de las momias que se pagan a parte me esperaba mucho más y en general tener que ver las cosas detrás de una vitrina cuando venimos de poder tocar los jeroglíficos y sentirlos en su hábitat natural, el verlo así no me aporto nada que recordar.
 
 

De camino al hotel tras la última comida en las orillas del Nilo, desde España nos avisaron que habían atentado contra un autobús de turistas cerca de la zona de las pirámides donde habíamos estado el día de antes. No fuimos conscientes de nada, ni la ciudad se detuvo por eso y tras tranquilizar a nuestras familias, seguimos disfrutando de las horas que nos quedaban por la ciudad.

Paseamos hacia la plaza de la Liberación donde comenzaron las protestas contra Mubarak hace unos años. Luego llegaría una de esas experiencias que nunca olvidaremos, cogimos un Uber para que nos acerquera al centro y sorprendentemente nos saca de la ciudad, dándonos un rodeo bestial, todo culpa de su GPS que casi nos manda a Cuenca, el pobre conductor avergonzado, no paraba de disculparse. Tras el paseo y por fin a nuestra bola, un pequeño grupo del total de personas que hacíamos el tour, paseamos de nuevo por mercado, nos tomamos algo en el bar de los espejos, nos unimos a la fiesta y cánticos del mundo musulmán en las noches de Ramadán, era algo inimaginable por mí, porque siempre tenía otra imagen de su mes del ayuno, lo que hace el desconocimiento y los prejuicios..

Fue un final maravilloso, para este viaje que como decía al principio todo turista debería hacer alguna vez en la vida. 

De entre todas las maravillas Abu Simbel y las pirámides son dos lugares extraordinarios, quizás alguna vez regrese a Egipto, no he podido descubrir El Cairo como a mí me hubiera gustado, por eso cuando la situación sea totalmente estable no descarto volver a pasear entre las pirámides.

En fin, unos días mágicos, que nunca olvidaré.

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