Esta pandemia ha ido cancelando o retrasando momentos, que debieran haberse desarrollado mucho antes, pero más vale tarde que nunca, eso es lo que estoy pensando tras pasar este fin de semana en Vitoria-Gasteiz, para poder asistir al fin al concierto de Beret que regalé a mi sobrina hace ya mucho mucho tiempo.
La verdad a pesar de las distancia, hacer el viaje en solitario, la niebla,... poder estar unos días con tu familia y sobre todo ver la ilusión de mi sobrina Ainhoa, compartir un momento así con ella, hace que el esfuerzo merezca la pena.
Fue un sábado muy bien aprovechado, primero con una carrerita por las calles más emblemáticas de la ciudad de Vitoria-Gasteiz, (vaya frío en Siberia-Gasteiz…), luego me enteraría que el domingo se celebraba la media maratón, no hubiera estado mal, aprovechar también el viaje para disputarla, jejejej.
Luego rumbo a Bilbao, donde paseamos por el casco antiguo, comimos, subimos al Funicular de Artxanda, contemplamos las vistas de la ciudad en un soleado día.
Y así hasta llegar a San Mamés, donde tomamos un café, con vistas al interior del estadio.
Para finalmente llegar al Bizkaia Arena y asistir al concierto de Beret. Claramente bajaba la media de edad en el concierto, pero allí estaba yo, emocionándome de la emoción de mi sobrina y disfrutando de mi primer concierto desde que el covid entro en nuestras vidas.
Un día mágico que recordaremos
mucho tiempo.
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