viernes, 10 de diciembre de 2021

Conociendo el Norte de Fuerteventura


El puente de diciembre me llevó a Fuerteventura, para disfrutar cinco días en un todo incluido de nuevo de la cadena Riu, que tan buen sabor de boca me dejó en verano, cuando estuve en Lanzarote.

Como esta isla es bastante grande, decidí conocer su zona norte y ya en un futuro ir al sur que tiene un turismo mucho más de playas.
A media mañana llegué a Fuerteventura, me pusieron mi pulserita y a disfrutar. El hotel Riu Oliva, se encuentra en mitad de las dunas de Corralejo, un gran desierto de unos 10km de largo, y unos 2.5km de ancho, en donde solo están las infinitas montañas de arena, el mar, dos hoteles a pie de playa y una carretera que atraviesa las dunas para conectar, Puerto Rosario, capital de la isla, con la población de Corralejo al norte de la isla y punto de conexión en Ferry con la vecina Lanzarote.


Ese primer día entre situarme en el buffet, paseíto por la playa y mi entrenamiento dominical eché el día. Una maravilla poder escapar del frío invernal que tenemos por el centro peninsular y volver a disfrutar de temperaturas primaverales.

El segundo día lo dediqué a adentrarme por las dunas, que sensación de libertad, en la más profunda paz, subiendo y bajando por las montañas de arena. Dejarme caer rodando desde lo más alto como si fuera un niño, haciéndome cientos de fotos y conectándome con un entorno maravilloso, de gran contraste entre el desierto y el océano.







El tercer día me alquilé una bici para hacer un recorrido desde Corralejo que atraviesa varios volcanes, ahora que están, tan de actualidad, y luego volver por todo el literal norte de la isla. La verdad que estremece la magnitud de los cráteres que pude visitar y como la mayor parte de la costa se formó de las coladas de aquellos volcanes de hace siglos..





Es cierto que el recorrido me lo esperaba mucho más espectacular, cuestión de expectativas o de gustos no se. Pero fue un buen día dando pedales por la isla.

El cuarto día, reserve un pase en un ferry para adentrarme en el Islote de Lobos, un parque natural, protegido y de acceso restringido (incluido con la reserva del ferry) situado en una pequeña isla entre Fuerteventura y Lanzarote.






La visita fue preciosa, pasear de un lado a otro de la isla, subir a la Montaña de la Caleta, sus espectaculares vistas, llegar al faro, las lagunillas y el azul de sus aguas y la cantidad de peces que habían.





Una delicia de excursión.
Por la tarde de ese día siempre recordaré mi baño en el Atlántico tras mi entrenamiento, en una playa ya desierta en el ocaso del día, un momento magnífico.
Y ya el último día, aún pude pasear de nuevo entre las dunas y las grandes playas de Corralejo, ver a los surfistas y windsurfistas, y darme mis últimos homenajes en el buffet del hotel, menos mal que no he parado de hacer cosas, pero los todos incluidos son mi perdición, jejejeje.



Unos días maravillosos, que necesitaba, para escapar de una rutina demasiado intensa que nos ha invadido este otoño, que no solo me ha servido para desconectar, también para enfocar ciertos aspectos de mi vida desde otra perspectiva.
Sin duda la experiencia de disfrutar de unos días en diciembre del paraíso canario merece la pena y si tengo oportunidad la repetiré.

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