viernes, 22 de octubre de 2021

Veroño en Santander


Ahora que parece que ya si que van a bajar las temperaturas y tengo el tiempo para tener un ratito para poder escribir, me quiero acordar del pasado fin de semana, donde aprovechando estos días más que primaverales que nos ha regalado el comienzo del otoño, he podido disfrutar de un par de días en Santander, el motivo del viaje, el primer dorsal de una competición que me cancelaron antes de que el Covid entrara en nuestras vidas, la carrera de Laredo, carrera que debía haberse celebrado el 14 de Marzo de 2020.



No sé si será el cambio climático o el qué, pero he pasado unos días con unas temperaturas mucho más altas de lo habitual, incluso diría que en muchos veranos he tenido más frio en el norte que en esta ocasión en mitad del mes de Octubre.


Y Santander, siempre es un buen destino.


El sábado era el día de la carrera de Laredo, con varias tandas, de unos 500 atletas cada uno, desde por la mañana, yo salía en la última a las 18:30 de la tarde, con los corredores de elite, asi que pude ver a diferentes atletas disputando su correspondiente carrera.


Laredo, siempre tiene algo especial, es un circuito muy llano, con un gran ambiente, al desarrollarse la mayor parte de la prueba en una calle, en la que pasas dos veces en cada una de las dos vueltas.

La verdad que desde que me enteré que saldría en la tanda con los mejores, tenía cierto temor de quedar de los últimos de mi carrera, y en los momentos de la salida, la verdad que ese miedo seguía correteando por mi cabeza, porque en estas situaciones no tenía claro si era mejor ser “cola de león o cabeza de ratón”.

El caso que la carrera no salió nada mal, sin esa marea de gente que te llevaba en volandas como es habitual en Laredo, de hecho, me quede solo en la carrera, teniendo que remar en solitario durante más de la mitad de la prueba mientras adelantaba atletas, al final volver a parar el crono viendo un 36 en el reloj, me hizo sentirme muy muy feliz.


El domingo pudimos disfrutar de Santander, llegar hasta el Palacio de la Magdalena y pasear por sus encantadores alrededores.

Y luego las playas del Sardinero, el día te invitaba a pasear por la orilla, y primero fue meter los pies mientras seguías paseando, ves gente tomando el sol, algún valiente bañándose y piensas y si me baño yo…no sé si volveré a tener la oportunidad de darme un baño en Santander en estas fechas, así que para dentro que me metí.

Un gran fin de semana, buena compañía y sobre todo la posibilidad de limpiar un poco la cabeza tras estas últimas semanas complicadas en lo personal.

 

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